jueves, 22 de febrero de 2007

PARA PROMOVER LA LECTURA…

Introducción
El día 9 de noviembre de 2004, un grupo numeroso de docentes de Lengua y Literatura de los departamentos Victoria, La Paz, Diamante y Paraná de la provincia de Entre Ríos, participaron del Taller Para formar lectores, en principio: libros en el Consejo General de Educación en la ciudad de Paraná. Este taller -primer paso en la conformación del Plan Provincial de Lectura- supuso una instancia de reflexión e intercambio acerca del rol de adultos lectores y mediadores entre los chicos y los libros.
Asumiendo la responsabilidad en la formación de lectores, se establecieron algunos acuerdos que yo -quien coordinaba el encuentro- esperaba hacerles llegar en una versión final, pues tendrían a cargo la puesta en marcha de situaciones de lectura que vincularían a sus alumnos con la Dotación de Libros para la Escuela Media que el Plan Nacional de Lectura hizo llegar a las escuelas del país.
Sin embargo, y tristemente, suele suceder que los esperanzados intentos de llevar adelante transformaciones que nos saquen de nuestro solitario batallar individual, se frustran cuando prevalecen los obstáculos burocráticos, por lo que no fue posible que dicho material llegase a sus manos.
Por este motivo, me parece justo que el trabajo serio y comprometido de los docentes que en esa ocasión se reunieron, llegue a otros y no sea sólo un archivo que no pudo difundirse adormecido en mi PC.
Para todos los mediadores comprometidos con la lectura aquí van algunas ideas sobre la lectura un poco mías y un poco de todos, pero también algunas pautas generales de promoción de la lectura literaria en la escuela, propuestas por ellos a las cuales di forma…
Algunos acuerdos
Cada docente conoce las instituciones en que desarrolla su labor, la comunidad en que está inserta y sus alumnos; por lo que estas pautas son adaptables en relación con el diagnóstico que el profesional realice en su cotidiano hacer.
Sin embargo, hay ciertos principios que la incorporación de la lectura literaria en el ámbito escolar supone. Asumir un rol comprometido con la formación de lectores, implica ser conscientes del impacto que la literatura produce en el sujeto, en la construcción de su subjetividad, su identidad, su vínculo con el mundo, haciendo posible el pensamiento y la creatividad. La literatura genera la capacidad de interioridad, de identificación y de reconocimiento como persona a través del lenguaje.
Esto también necesita de una imprescindible distinción en cuanto a nuestras funciones dentro del espacio curricular Lengua y Literatura, puesto que la complejidad de nuestra labor y del particular objeto de estudio que nos ocupa, hace en ocasiones que al privilegiar un aspecto sobre otro -por muy lícitos que sean los motivos- privemos inintencionadamente a los chicos de una experiencia vital para su desarrollo como personas.
No sólo debemos posibilitar el desarrollo de competencias en los procesos de lectura y escritura de diversidad de discursos sociales sino brindar el acceso a la literatura como parte del patrimonio cultural, y esto supone un abordaje selectivo (de acuerdo con el marco pedagógico y los lineamientos que la provincia o el país estipulan para la educación, el contexto y los saberes previos) de los planteos conceptuales que la lingüística y la teoría literaria -así como otras ciencias del lenguaje- aportan.
Sin embargo, en estrecha relación con lo anterior aparece la función de contribuir a la constitución de un sujeto para el cual la lectura sea necesaria, vital e imprescindible; una persona para quien leer se constituya en un modo de ser; sujetos lectores asiduos, gozosos, independientes, críticos, apasionados.
Pero, para hacer posible esto no hay otro camino que ayudar a que nuestros alumnos descubran la posibilidad de la lectura, esto quiere decir que debe haber -sí o sí- una sensibilización hacia la lectura literaria, un proceso ininterrumpido que parta desde el Nivel Inicial y se prolongue hasta el fin de la Escuela Media, proceso continuado de lectura: mucha y variada, cómoda y sin presiones, porque sí y para nada, placentera y personal; pero acompañada, compartida, aconsejada, contagiada.
Eso supone restituir la lectura en la propia experiencia del adulto; porque obviamente no se puede dar lo que no se tiene, no se puede contagiar el placer del texto si no se lo ha disfrutado. Si no se le encuentra la vuelta para darle un tiempo fuera de la escuela, es poco probable que nos sea posible instalarla dentro de ella. Descubramos con los chicos, juntos, nosotros y ellos, en el mismo espacio y en el mismo tiempo que esto es posible.
Las propuestas de actividades en relación con la lectura literaria no deben tomarse como consignas obligatorias, ni como tarea o forma de “examinar”, sino como otros modos de acercamiento y contagio de la experiencia. En relación con la formación de lectores el aspecto evaluativo se vincula con el diagnóstico de preferencias, intereses, necesidades, dificultades, saberes previos, proceso de construcción de un gusto lector, posibilidades que brindan algunas propuestas o impacto que tienen; siempre con la finalidad de guiar al docente en la toma de decisiones para propiciar el acercamiento de los chicos y los libros.
Pautas generales para la promoción de la lectura:
• Primero que nada: leerlos nosotros, explorarlos, conocerlos.
• Presentar “en sociedad” los libros, no sólo para los alumnos o los docentes de lengua, sino para la comunidad.
• Llevar el material a las aulas para descubrirlo junto con los chicos: mirarlos, tocarlos, explorarlos.
• Mostrarlos en exhibidores de cartón duro, en mesas de libros.
• Sugerirlos a otros colegas, invitarlos a la “presentación” de los libros.
• Generar un pacto institucional por el que los materiales estén disponibles en todo momento para los alumnos.
• Retomar espacios/tiempos de lectura en la escuela.
• Flexibilizar los espacios/tiempos ya ganados.
• Tomar posesión de nuestra escuela adoptando nuevos espacios: patios, galerías, biblioteca, salones; así como lugares accesibles de la comunidad: plazas, baldíos, etc.
• Organizar talleres de lectura.
• Crear jornadas de lectura institucionales y con la comunidad.
• Aprovechar los materiales ya existentes junto con los nuevos.
• Leerles (nosotros) a los chicos en voz alta.
• Invitar a los papás a que compartan con nosotros la lectura, a alumnos de otros cursos que deseen ir a leer a otros más chicos o viceversa.
• Invitar a la libre elección de los libros.
• Implementar el préstamo para la casa pues a menudo la lectura áulica no es suficiente.
• Leer (nosotros o ellos) voluntariamente textos al azar de las antologías.
• Proponer la lectura de los libros en las horas libres.
• Con los libros ilustrados: mirar los dibujos y desde allí imaginar la historia, leerlas, comparar anticipaciones.
• Organizar rondas de comentarios, desde lo voluntario progresando hacia roles más participativos.
• Elegir un título del índice, leer el primer párrafo o verso y luego dar ideas acerca de qué trata, concluir la lectura, comentar las anticipaciones.
• Jugar a identificar géneros de textos leídos por algún alumno.
• Proponer el rastreo de otros títulos de los autores que más les interesaron.
• Sugerir a los chicos que propongan textos para una nueva selección de lecturas.
• Realizar afiches publicitarios sobre obras y autores que más los convocaron, para contagiar las ganas de leer.
Gabriela Monzón

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