viernes, 23 de febrero de 2007

Bodoc, Liliana. Trilogía La Saga de los Confines: Los días del venado. Los días de la sombra. Los días del fuego.

La autora de la Saga crea un mundo compuesto por dos continentes que en un tiempo estuvieran unidos por el extremo norte, y que -en el momento en que sitúa la historia- separa una extensión de agua. Estas masas se presentan como las Tierras Antiguas y las Tierras Fértiles. Bodoc, sitúa al oeste las Tierras Fértiles donde habitan sus seres más entrañables a quienes ubica en lo que da en llamar los Confines, y al este, aquel territorio de donde le había de venir la desgracia.
Como en toda historia de fantasía épica, los pueblos que conforman este mundo son guerreros, pastores, campesinos; pero como una nota particular que distingue estas novelas del resto se observa que el gobierno monárquico no es la organización político social idealizada de las otras tramas épicas sino todo lo contrario, y se presentan como evidente contraste los grupos tribales que se rigen por un consejo de ancianos. La autoridad sobre lo sobrenatural está constituida por los brujos y los supremos astrónomos.
La “duplicación temporal” (es decir, una división/vinculación pasado-presente en una trama en la que se focalizan ciertos hechos que derivan de un tiempo ya casi olvidado transformado en mito) se patentiza en la nomenclatura Tiempos Antiguos para designar la época inmemorial y perdida en la leyenda, en la que la Magia que habitaba las Tierras Antiguas se dividió en dos Cofradías irreconciliables y una de ellas cruzó desde allende el mar; tiempos en los cuales se creó Misáianes, el mal que -en el transcurso de la Saga- todas las razas de ese mundo deberán enfrentar.
La Saga adopta en la construcción del colectivo de personajes una típica particularidad de la fantasía épica post Tolkien, esta consiste en involucrar en la historia una serie de representantes de diferentes razas, y es notable la apropiación del género que evidencia la autora puesto que elabora una construcción antropológica con extremada verosimilitud, en la cual se manifiestan además las lecturas que confiesa haber realizado.
La trama involucra una variedad de etnias humanas que bien podrían constituir antiguos pueblos americanos precolombinos por los rasgos físicos, sociales y espirituales que los identifican: los husihuilkes -altos y fuertes guerreros del sur del continente-, los pequeños zitzahay -afectos a la música y la danza así como a contar historias-, los soberbios y monárquicos Señores del Sol del norte, los rústicos y feroces Pastores del Desierto, el misterioso Clan de los Búhos que habita otra dimensión en el tiempo y el espacio, y la ancestral Estirpe de los bóreos.
La historia se construye poniendo predominantemente el foco en los husihuilkes. El primer tomo se inicia con la llegada de un zitzahay -Cucub- al hogar de vieja Kush, en los Confines, y la partida de su hijo guerrero Dulkancellin a un Concilio con representantes de otras razas. En casa de vieja Kush viven los hijos que el guerrero concibiera con su fallecida esposa Shampalwe: Thungür, Kume, Kuy-Kuyen, Piukemán, Wilkilén.
En tanto que los pueblos de las Tierras Fértiles han de luchar contra las huestes de Misáianes denominadas sideresios, las tres novelas abarcan estas batallas y en cada tomo va adquiriendo relevancia un nuevo grupo de protagonistas: así el guerrero Dulkancellin será el héroe del primero y Thungür el de las siguientes, acompañado en todos los casos por el zitzahay que unirá a sus dotes de artista las de guerrero.
Ciertos personajes constituyen una figura tradicional en la épica nórdica: los magos, y Bodoc tiene la habilidad de elaborar en la Saga la versión latinoamericana; estos constituirán la Cofradía del Aire Libre en las Tierras Fértiles representada por los Supremos Astrónomos y los Brujos, y la Cofradía del Recinto en las tierras Antiguas representada por los Venerables Magos y sus discípulos.
A ellos deben sumárseles los seres sobrenaturales que aparecen como creación original de la autora: los lulus de trágico destino -una raza que pareciera asemejarse a zorros de colas plateadas que pueden caminar en dos patas-, las mujeres peces -una especie de sirenas-, las nuberas -hechiceras del bosque-.
Nuevamente la tradición prevalece y se halla a los animales como auxilio de los humanos, con la particularidad de que la autora presenta a los Confines, a las tierras Fértiles, como un todo equilibrado en el que el suelo mismo y sus habitantes, el agua de los ríos y sus seres, se levantan en contra del Odio Eterno que amenaza con destruirlos. Más allá de este aspecto original que tiene que ver con cierta cosmovisión, son muchos los animales que desempeñan un papel en la lucha contra el mal; pero un lugar especial merecen -nuevamente- las águilas, en este caso acompañadas de halcones y tigres que hacen de mensajeros.
Es posible y con sobrado merecimiento nombrar a Liliana Bodoc con su Trilogía como lucida heredera de la épica tolkieniana. Si bien es evidente el mérito de estas novelas sin necesidad de comparaciones, hay un aspecto innegable. Tolkien -como confesara en una de sus cartas- se propuso dar vida a un cuerpo de mitos, leyendas e historias que -sin parentesco con lo celta- se situaran en un tiempo pre-artúrico y pre-cristiano dotado de innegable verosimilitud literaria, estos constituyeron un legado único y magistral a la cultura anglosajona y -sin lugar a dudas- a la cultura universal.
En consonancia con ese logro es posible sostener que Liliana Bodoc ha brindado a la literatura hispanoamericana un aporte de igual e incalculable valor, una perfecta conjunción de lo más sublime del género anglosajón y una peculiaridad netamente latinoamericana. Nada en sus novelas es impuesto o forzado, mero pastiche en tono artificial; sino una profunda apropiación del género y sus caracteres universales. Sin embargo, en las páginas de la Saga resuena una voz precolombina nativa de este continente del sur absolutamente creíble, no por su realismo sino por la creación ficcional hondamente verosímil sin falaces historicismos.
Las historias que narra son profundamente humanas, conmovedoras, contadas con una sensibilidad a la que no roza la más mínima cursilería. La dimensión universal de las mismas deriva no sólo de la eterna batalla entre el bien y el mal que relatan, sino de la dimensión ética que es en sí misma una cosmovisión por la que la escritora opta. Esta atraviesa el accionar de los personajes que se hacen entrañables, cercanos e inolvidables. No es posible dejar de percibir lo que la autora trasluce en cada palabra y reconoce como “un interlineado muy fuerte”: la lucha comunitaria o colectiva por cambiar una realidad injusta; la sabiduría de la tierra; la conjunción respetuosa entre seres humanos y naturaleza de la que son parte; la interpretación mágica del universo -que considera mal comprendida por un extendido prejuicio cientificista, eurocéntrico y decimonónico-.
El manejo exquisito del lenguaje impone un ritmo ininterrumpido, que en el tercer tomo -quizá sea el que menos pistas ofrece acerca de la dirección hacia donde va la historia- se vuelve un tanto más lírico y lento, efecto que puede deberse al permanente ir y venir entre distintos escenarios de la gesta que se diversifica, y a la acción dilatada por una serie de capítulos en los que los sucesos se detienen y domina el juego poético del lenguaje por sobre la intriga narrativa. De más está agregar que si bien estas novelas son un regalo inesperado y único para los lectores de fantasía épica, lo son en general para cualquier lector adolescente o adulto que desee disfrutar una saga brillantemente escrita.
La autora:
Liliana Bodoc nació en 1958 en la ciudad de Santa Fe (Argentina) y, desde los cinco años, reside en Mendoza. Cursó la Licenciatura en Literaturas Modernas en la Universidad Nacional de Cuyo, durante algunos años ejerció la docencia dictando literatura argentina y española en colegios secundarios, y coordinó el Taller de Narrativa, patrocinado por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Cuyo y el Diario Los Andes. Además de La saga de los confines es autora de la novela Diciembre, Súper Álbum, y el libro de cuentos Sucedió en colores. Los días del Venado recibió el Premio a la mejor obra de literatura juvenil del año 2000 -otorgado por Fundación El Libro-, el Premio Fantasía Infantil 2001 en la categoría "Narrativa", el Premio "Destacados de ALIJA" 2002, y fue seleccionada para integrar la lista The White Ravens 2002, preparada por Internationale Jugendbibliothek de Munich (Alemania). También, junto con Los días de la Sombra, integró la selección "Los mejores libros y CD-ROM's para niños y jóvenes 2003", realizada por el Banco del Libro de Venezuela. Diciembre, Súper Álbum recibió el premio "Destacados de ALIJA" 2004 en la categoría "Novela juvenil". Liliana Bodoc fue distinguida con el Diploma al Mérito, categoría "Literatura Juvenil", en los Premios Konex 2004.
Gabriela Monzón.
Nota: la foto de Liliana Bodoc fue extraída de www.clarin.com/diario/2006/07/30

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