Sea breve… reduzca… no se esfuerce… sea rápido… o como decimos en Argentina: hacela corta.
Ese parece ser el objeto del presente, todo parece diseñado con el fin de facilitar, reducir, aligerar y hacer de la celeridad una virtud.
Flashes informativos, titulares, resúmenes nos dan en píldoras pequeñas la realidad. El lenguaje escrito -gracias a la maldición posmoderna del msn- se reduce a signos sólo posibles de oralizar como sonidos guturales de vaya a saber qué estadio prehistórico de la humanidad…
Y en este enloquecido mundo en donde las relaciones y los vínculos son un desordenado y pasajero videoclip… me pregunto si es posible detenerse a pensar, a aprender, a reflexionar, a leer, a escribir …
Incluso en un ámbito -como es la educación- en el que se supone estamos dispuestos a asumir desafíos, en el que se supone no se hace necesario que nos den predigerido el mundo para intentar aprender sobre él, en el que es esperable sentir como cotidianos la dificultad y el esfuerzo; se ha colado el desenfrenado imperativo reduccionista y velocista.
Quejas por la extensión del apunte, del libro, del artículo, del proyecto, de la ponencia, de la exposición -y podríamos seguir enumerando- … ya no vienen de los alumnos, vienen de nuestros colegas y autoridades. Clamores porque no se tiene tiempo para leer eso tan largo o porque no se tiene tiempo para escribir más que una versión mini de todo.
Entonces vuelvo a preguntarme ¿es posible seguir sosteniendo como convencimiento que si somos docentes debemos estar dispuestos a hacernos tiempo para pensar, para reflexionar, para aprender, para leer, para escribir?
Creo que sí, no nos confundamos: pensar, reflexionar, aprender, leer, escribir necesitan inversión de tiempo, de esfuerzo, de empeño… como amar o como vivir.
Por eso, hice una elección al diseñar este blog: no mostrar las entradas reducidas a un párrafo que puede seguirse con un hipervínculo, sino enfrentar a simple vista con los aportes completos; no acortar los textos que nacieron en cierto formato (ponencia, artículo, proyecto) para otro contexto, sino brindarlos íntegros y que el lector decida.
Quise mostrar desde el principio que esta bitácora invita a sus visitantes a detenerse, a tomarse tiempo (a hacérselo tal vez) para leer, para imaginar, para criticar, para disentir o para concordar.
Porque educar no es algo que pueda tomarse a la ligera…
Gabriela Monzón
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