miércoles, 10 de febrero de 2010

Insólito consejo para este blog, ¿no creen?: "Queridos jóvenes, es mejor no leer", de Alessandro Baricco

Andando los caminos de la web me topé con este texto interesantísimo, polémico y genial del escritor italiano Alessandro Baricco, al cual llegué -en realidad- a instancias de lo leído en el artículo de mi estimado colega mexicano Juan Domingo Argüelles, que habrán posido apreciar en una entrada anterior.
Se los dejo para pensar y opinar...
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No tengo ninguna duda que el placer de leer, así como la cultura del libro, están fuertemente relacionados a una derrota. A una herida y a una derrota. Sobre los libros, no tengo dudas. Sobre la música, teatro, cine, puede ser más problemático.
 Leer es siempre la revancha de alguien que en la vida fue ofendido, herido. Me parece que leer libros es una manera inteligentísima de perder. Relacionado a una especie de renuncia a combatir sobre el campo. No sé si esto tiene alguna relación con la "humanidad ofendida", de la cual escribía Adorno. Sé que la gente de libros es, por lo general, gente que sufre.
 Existe una tendencia a ser sumergido por esta sensación de desequilibrio. Y es verdaderamente peligrosa.
 Lo que pensaban de la novela en el siglo 19 las personas de buen sentido, es decir, que era peligrosa, es verdad; y está bien que en el origen de la novela así haya sido percibido. Lo entendieron rápidamente los médicos que prohibían a sus esposas la lectura de novelas, en la pureza áurea de aquel objeto --la novela-- entendían una cosa que a nosotros actualmente nos parece ridícula. Pero era verdadera en aquel entonces y permanece como algo que tiene que ver también hoy con la experiencia de leer.
 Para ser prácticos, veo a estos muchachos de 16 años que pasean, y que han leído todos mis libros, o bien demasiado Kafka o demasiado Dostoievsky. Los veo. Y cuando me preguntan qué deben hacer, sólo una cosa me llega a la cabeza: "Váyanse a jugar con el balón, tiren los libros, paseen. Córtense los cabellos, píntenselos de verde. Hagan algo. Busquen estar en el adentro. No afuera. Después de ello, regresen a los libros, por caridad, pero no se dejen imbuir".
 Si pienso en los jóvenes de hoy, en lo que leen y lo que no leen, y si desde nuestra experiencia de Tótem puede surgir alguna luz sobre esto, me vienen a la cabeza algunas cosas.
 Antes que nada, se necesita una gran disposición de nuestra parte para entender que la geografía del sentido de estos jóvenes es objetivamente distinta de la nuestra. Y no por un proceso de "vulgarización" o "denigración" de aquello que es noble. En lo absoluto. Será noble como la nuestra, pero será distinta.
 No se puede pretender que los Quartetti de Beethoven cubran, en la geografía de la inteligencia de estos jóvenes, la misma parte que han cubierto en la geografía de nuestra inteligencia. Y no precisamente por un proceso de degradación. No, simplemente porque la geografía cambia.
 Si nosotros, cada vez que se pierde un pedazo de la geografía que nos ha generado, nos ponemos a pensar que ésta es una pérdida estéril del mundo, y si nosotros debiéramos ser así de idiotas para pensar esto en un modo apriorístico y dogmático, no se abrirá jamás un diálogo con estos jóvenes.
Debemos entender que su geografía será igual de noble que la nuestra, y además podría ser más noble, si no existiera ningún vestigio de la nuestra.
 Allá donde en nosotros existía un puerto, en ellos no existe nada.
Han dejado todo al nivel del suelo para dar vida a un gran estacionamiento. Y nosotros debemos tener una gran e inmensa inteligencia para no despreciarnos por el hecho de que hay un estacionamiento donde había un río, sino entender, antes que nada, toda la geografía. Y pensar -casi como un acto de fe- que nuestra geografía será igual de noble que la de ellos. Porque de hecho es así. Porque a final de cuentas, en los últimos Quartetti, ¿qué criticaba Beethoven? Era el mundo en movimiento. Después, la forma en la cual se puso en movimiento, porque nunca estuvo en nuestras manos elegir dicha forma.
 La única cosa que debemos odiar es la inmovilidad. Porque es la muerte, es la dictadura, es el mundo en pausa.
 Pero si el mundo comienza a vibrar, necesitamos después, de vez en vez, entender la forma de esta vibración, que no podrá ser siempre la misma.
 El problema de la lectura, a final de cuentas, es esto. Si partimos del supuesto de que cada joven que no lee es una pérdida para la civilización, partimos de un supuesto erróneo. Estúpido. No es del todo cierto que, dentro de 150 años, la lectura será el modo, la forma más apta para la creación de sentido, para aprehender la vitalidad de lo real. Sin embargo, ¿esto quiere decir que no se puede hacer nada, que no podemos hacer nada, para transmitir a un joven el sentido de aquello que para nosotros es noble? Nada en absoluto. Nada es grandioso si uno no es capaz de explicar el porqué lo es.
 Si los Quartetti de Beethoven son grandiosos sólo porque son los Quartetti de Beethoven, y uno no parte de cero, y no sabe explicar el porqué, aquella grandeza está acabada. Deviene en una imposición, justo a lo que un joven siempre se rebela.
 Cuando los jóvenes se rebelan a la lectura únicamente porque les viene dada como un valor inexplicable, porque es mejor que jugar  Playstation, es necesario preguntarnos si alguno les ha explicado de manera convincente por qué es mejor. Aparte de que se trata, evidentemente, de una cuestión abierta --no sabemos todavía bien qué cosa sucede en aquel nuevo mundo de mensajes visivos, sensibilidad, velocidades distintas a la nuestra--, es por eso que los jóvenes viven la lectura como una agresión a sus valores. El libro y el videojuego desde el inicio resultaron contrapuestos. Entonces, o estamos en condiciones de explicárselos, o bien estamos haciendo algo que los alejará más.
 En cambio, el desafío es que a alguien que juega con el Playstation le cuentes el Cyrano, y que, de pronto, te escuche. Pero no le puedes decir: "¡Ve al teatro! A ver un Cyrano de Bergerac doctísimo y aburridísimo". Así, nos la jugamos todos, ¡uno después del otro!  Esto nos ayudará también a entender qué cosa está todavía viva y qué cosa está muerta. Cuando, en resumidas cuentas, no puedo explicar a los jóvenes en la escuela Holden, por qué creo que El hombre sin atributos de Musil es un libro para leer, cuando advierto que me canso cada vez más, que cada vez tengo menos credibilidad, y que no logro convencerlos, no sólo quiere decir que no soy lo suficientemente bueno. Sugiere también que quizás, en la nueva geografía que está naciendo, El hombre sin atributos no es un libro importante. Esto es algo muy probable, de lo cual no debemos espantarnos. No lo digo para provocar. Los músicos que Rossini admiraba en su oficio se llamaban Mozart, Haydn, pero otros tenían nombres que hemos olvidado por completo. Las geografías cambian. Quizá El hombre sin atributos no es importante por siempre.
Lo ha sido para mí, para mi generación, pero cuando se comienza a no saber explicarlo, cuando percibes que no te creen, es mejor buscar entender qué cosa está pasando, cuál es la nueva geografía que está naciendo.  Y prepararse para tomarla.
  
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Me parece sumamente valioso el concepto de "nuevas geografías" y la idea de que si no puedo explicar por qué algo es bueno, es que quizá deba empezar a pensar que es bueno para mí y no para otro.
Cuando no podamos ya comunicar a un niño, o a un adolescente, o a un adulto, por qué es desable leer un libro que a nosotros nos parece capital, tal vez quiera decir que algo nos está pasando..., tal vez debamos renunciar a hacerlo y empezar a adaptarnos a esas nuevas geografías en las que el otro vive.
Maravilloso.

domingo, 7 de febrero de 2010

Gone, de Michael Grant




Hace un tiempo hallé la reseña de este libro en el blog El Cazador de libros de  Javier Ruescas, quien lo había leído en inglés, y me llamó mucho la atención porque otra vez salía al ruedo la ciencia ficción para jóvenes. Aún así, enterarme de su existencia me despertó más que un rezongo puesto que, como todos sabemos, las ediciones al español tardan bastante.
Así las cosas, y como es posible que no tengamos que esperar eternamente sino que quizá ya este año 2010 la novela sea por fin publicada en nuestro idioma, decidí hacer la crítica, pues la verdad es que ansío de mil amores poder ir a la librería y volver con la misma a casa.
Devoré Gone -el primer tomo de lo que va a ser una saga- en dos días… y debo decir que me pareció a-lu-ci-nan-te.
Si bien debo aclarar que para quien, como yo, haya leído Stephen King -el viejo y querido King, el de Los Tommyknockers, el de Desesperación, el de Posesión, el de Apocalipsis-, la novela de Grant le traeré muuuuuchos recuerdos. Claro que Grant escribe para jóvenes y King no es un autor “para jóvenes”, al menos no me parece que los chicos actuales lean King aún cuando muchos de ellos aman cualquier bazofia terrorífica que produzca el cine. Y lo digo respetuosamente, sin el más mínimo afán de menospreciar sus lecturas, aunque en cuanto a cine de terror tengamos serias discrepancias.
Ahora bien, Grant debe haber leído a Stephen, podría apostar lo que sea a que es así. Hay en el modo de construcción de la trama y en la trama misma un estilo heredero directo de nuestro querido autor de Maine.
¿De qué va la cosa?
De un tipo de historia que está entre mis debilidades (uno siempre tiene alguna), pues una cosa que adoro son los relatos post-apocalípticos, es decir, en los que sucede “algo” y sólo queda un grupo de humanos que deben sobrevivir cuando todo el resto ha desaparecido. Y este es uno de esos casos…
De buenas a primera en un día común de un pueblito americano todas aquellas personas que tienen desde 15 años en adelante desaparecen. Sí, tal cual, se desvanecen sin siquiera un plop ante la mirada anonadada -cuando no aterrada- de niños y adolescentes. Casas, oficinas, autos, escuelas, todo ha quedado abandonado.  Bebés, infantes y chicos de hasta 14 años esperan en el sitio en que se hallaban, vagan sin rumbo o lloran desesperados con la esperanza de que los adultos vuelvan. Y en el peor de los casos sobreviven a duras penas a algún terrible accidente, si es que lo logran.
Sam, Quinn y Astrid están en clases, y por simple cuestión de solidaridad, unen fuerzas y salen a comprobar -aún sabiendo la horrenda respuesta- si sus padres se hallan en algún lado. A ellos se suma luego Edilio quien es el único que reacciona para ayudarlos cuando un incendio atrapa una niña en un edificio. Juntos deciden buscar el hermanito autista de la chica, Pete, a quien -al principio- no hallan por ningún lado. Cuando van al lugar en que la mamá suele jugar tenis hacen un nuevo y horroroso descubrimiento: que el pueblo se halla atrapado dentro de lo que parece un campo de fuerza reflectante, el cual limita de manera indefinida tanto hacia el cielo como hacia lo profundo de la tierra y el mar no sólo el poblado, sino una gran extensión a su alrededor cuyo centro parece ser la planta nuclear que abastece de energía al lugar.
Pero esto no será lo único espeluznante que suceda, pronto notarán que muchos de ellos, incluso antes de que el evento sucediera, han empezado a desarrollar extrañas habilidades: telekinesis, fuerza extraordinaria, teletransportación, capacidad de generar luz o fuego, poder para sanar heridas y multiplicidad de otros “dones”. A lo que se sumarán mutaciones extraordinarias y más que inquietantes en los animales: coyotes maléficamente inteligentes que hablan una lengua un tanto elemental, serpientes aladas, gaviotas con garras de halcones. Y si de cadena de horrores se trata, a veces cuando las cosas parece que mejorarán lo que hacen realmente es empeorar: los acaudalados y extravagantes chicos de la academia privada que se halla fuera de la ciudad llegan en sus lujosos coches y lo que parecen generosas intenciones de organizarse cooperativamente y ayudarse mutuamente a cuidar de los más pequeños termina transformándose en una dictadura y luego una guerra.
Pronto descubrirá el lector que quizá todo tenga un sentido, que lo que sucede no es un accidente fortuito sino que una inteligencia maligna, poderosa y no humana está fraguando los eventos.
No sólo se podría encuadrar la novela en el género de la ciencia ficción, sino que bordea ampliamente el terror. El lector se entera como al pasar de que, décadas atrás aconteció un misterioso accidente: un meteorito impactó en una de las torres de la planta nuclear y dada la velocidad de la colisión y el calor generado por la fricción se dijo que el uranio contaminante había sido sepultado a kilómetros bajo tierra a la vez que aislado con cemento. En ese contexto, y tras el evento de las desapariciones, una niña llamada Lana sobrevive a un accidente y, más tarde, en el desierto halla en las profundidades insondables de una mina de oro abandonada, una extraña entidad a la que los coyotes  llaman la Oscuridad, por lo que el lector puede fácilmente conectar los puntos.
Y no me dejan de pasar por la mente eventos de los libros que mencionara de Stephen King: tanto Posesión como Desesperación involucran una antiquísima entidad maligna que es desenterrada de una mina, la misma produce mutaciones y extraños poderes en las personas, un niño autista es uno de los receptores de este ser que actúa a través de él, y hay animales que se vuelven malignos: lobos, coyotes, arañas. Imposible no establecer el paralelo con lo que sucede en Los Tommyknockers  cuando en el pueblito de Haven una mujer empieza a desenterrar una extraña nave en el bosque, lo que desencadenará una serie de eventos paranormales a la vez que el aislamiento del pueblo por un campo de fuerza; el primer hecho de la novela que me viene a la memoria es la desaparición de un niño que su hermano realiza accidentalmente al utilizar un juego para practicar magia. Y por supuesto que no queda afuera Apocalipsis, cuando la gripe elimina a la humanidad entera, y en cada pueblecito o gran ciudad sólo quedan unos pocos sobrevivientes que se van encontrando y uniendo las fuerzas en dos bandos claramente identificables.
Espero impaciente la publicación, ojalá que sea pronto, y quizá mi vaticinio de que están apareciendo buenísimas novelas de ciencia ficción para jóvenes no esté tan errada.
100% recomendada. Imperdible.

Sobre el autor:
Michael Grant es uno de los co-creadores y autores de la serie Animorphs. Criado en una familia de padre militar, asistió a diez escuelas en cinco estados, así como a tres instituciones en Francia. Confiesa que como adulto él se hizo escritor en parte porque “era uno de los pocos empleos que no le atarían a un lugar específico”.  Actualmente  vive en Irvine (California) con su esposa, Katherine Applegate (también co-escritora de la serie Animorphs y de la serie Eternia que ediciones B publicara en español hasta el libro 3), dos hijos y un montón de animales domésticos.

Mención desde Colonia (Alemania) a mi reseña de Sally Lockhart , gentileza de Ricardo Bada



En el blog que Ricardo Bada -gentil escritor y periodista español residente en Colonia (Alemania)-hace para FONTERAD publicación periodística on line española, se halla mencionada la reseña que hiciera de las novelas del prolífico y genial Philip Pullmann: la serie de Sally Lockhart.

¿Por qué? Pues porque nuestro amigo, buscando en Google datos sobre los libros que dieran origen a la  serie de tv de la BBC, halló mi querido ¡Piezas de a ocho!

Gracias, Ricardo, por la amabilidad.
Y un abrazo desde las costas del Paraná a quien se halla a Orillas de Rhin... 


viernes, 5 de febrero de 2010

Shiver (Temblor), de Maggie Stiefvater


Leí hace un tiempo ya esta novela y me sentía francamente mal pues debía la reseña que bien la tiene merecida.
En este caso, se trata de otro título que pronto hallará continuación, que se viene a unir a la multitud de historias de romance sobrenatural para adolescentes que ha inundado los anaqueles… Y en mi opinión debe su fenomenal abundancia a la magnífica Stephenie Meyer, al menos en el sentido de que las editoriales -bien reacias a publicar aquello que no supongan vaya a ser éxito- están apostando a sacar a la luz un caudal inagotable de relatos dirigidos a los jóvenes -muy especialmente jovencitas y otras que no somos tanto pero tenemos un tierno corazón- que leyeron Crepúsculo y se enamoraron. Aclaremos sin duda que este fenómeno se da prioritariamente en inglés, no en español, idioma en que los libros tardan años luz en ser editados. Así las cosas, lenta, lenta, lentísimamente, van arribando al mercado español al menos, ya que no al latinoamericano.
Así las cosas, en este caso debo sacarme el sombrero ante una novelita que leí de un tirón, y me pareció dolorosamente dulce, terriblemente tierna, apasionante y entretenida, y sin duda creo que tendrá sus más aguerridos fans en los que pertenezcan al “team Jake”.
Para seguir en carrera con los amores inter-especies, en este caso la cosa se da entre humanos “normales” y otros que se transforman en lobos.
Una adolescente llamada Grace que sufriera el ataque de una manada de lobos cuando era una niñita- hecho del que no tiene recuerdos muy precisos- siente una extraña fascinación por ellos, incluso ha pasado toda su vida observándolos cuando llega el invierno y a su vez siendo observada desde el bosque que se halla al final de su patio. En el grupo se destaca un ejemplar al que ella llama “su lobo” e identifica por sus insondables ojos dorados.
A raíz del ataque por parte de una manada, que sufre un adolescente hijo de los poderosos de la zona, se organiza una batida en el bosque y Grace enloquece de espanto sabiendo que puede ser demasiado tarde para sus amigos, y aunque intenta detenerla no lo logra.
Al volver a su hogar halla un muchacho desnudo y herido arrastrándose desde el bosque y al ver su rostro no duda de que se trata de “su lobo”, por lo que sin dudarlo lo auxilia y lo lleva al hospital.
Desde ese momento las cosas se precipitarán ya que Grace, quien se siente misteriosamente unida al muchacho al que ayudara, se verá involucrada en un mundo que funciona con otras reglas y descubrirá la identidad de quien fuera su salvador cuando pequeña, sino qué misterios oculta la manada, qué sentimientos humanos la motivan y qué rencores han desatado los últimos acontecimientos sucedidos en su pueblo. Su vida, que había transcurrido en la soledad, junto a unos padres indiferentes y escasamente involucrados en su existencia, de los que se sentía un tanto protectora dada su incapacidad de asumir responsabilidades, se verá sacudida de raíz, ya que ha encontrado a quien amar y no sólo es correspondida, sino que se trata de la persona más maravillosa que pudo haber conocido. Sin embargo puede que su amor esté condenado, pues el frío del invierno se va acercando y quizá este sea el último año en que Sam haya podido cambiar a humano.
Decididamente, es una historia preciosa, atravesada de una intensa melancolía pues Sam debe batallar cada minuto por permanecer junto a quien ama, atrapando lo que supone pueden ser sus últimos momentos humanos.

Desgraciadamente -pues es la única cosa que siempre he odiado de los hombres lobo- la transformación que decide la autora para sus personajes es un proceso doloroso y sufrido, nada del cambio mágico e instantáneo que crea Stephenie para sus chicos lobos quileutes. Aún así… léanla, léanla, léanla…

Sobre la autora
Maggie Stiefvater, escritora, ilustradora y música americana, es una autora de literatura para jóvenes adultos.
Vive, según sus propias palabras, una vida excéntrica en el medio de la nada de Virginia, con su marido, dos pequeños niños, dos perros neuróticos, un gato insano de manera criminal y un Camaro de ‘73 llamado Loki.
Su libro más conocido a nivel internacional es Temblor, aunque tiene publicada una serie de otras novelas, A gathering of faerie, todavía no editadas en castellano.