miércoles, 14 de marzo de 2007

Una Biblioteca y yo ...de luto

Hay ocasiones en que uno se cuestiona seriamente porqué sigue contra viento y marea en esta profesión, y dichas circunstancias suelen coincidir con aquellos momentos en los que uno se desalienta, en los que sufre reveses sin sentido, en los que se enfrenta a la realidad de que no todas las personas que están a nuestro alrededor se hallan comprometidas con la educación, el crecimiento, el desarrollo de las capacidades humanas, con el contagio de los valores… Momentos –precisamente- en los cuales, aquellos proyectos en los que se invirtió tiempo, sacrificio, esfuerzo, dedicación, se ven estúpidamente dañados. Una biblioteca de literatura infantil y juvenil en una institución educativa cualquiera de la Argentina no es tan común como aquellos que peleamos por la lectura, los libros y la literatura deseáramos que fuera. Y cuando se tiene, como producto del compromiso, de la imaginación, de la delirante idea de que leyendo contribuimos con la posibilidad de ser más libres… la amamos, la cuidamos, la protegemos, hacemos todo para que crezca, para que otros puedan disfrutarla… Bueno, eso creía hasta ayer… Hoy estoy de luto, la Biblioteca de Literatura Infantil y Juvenil “Humberto, Sapo Verde” del Profesorado en el que yo trabajo está de luto… Se han “desaparecido” tantos libros, se han roto y maltratado tan atrozmente… que el proyecto está herido de muerte. Robar un libro es una estupidez; dañarlo también; dejarlo tirado por allí sin devolverlo… igualmente. No sólo porque es propiedad material de alguien, sino porque es creación intelectual y artística de una persona que creyó que ofreciéndonos su obra podríamos ser mejores seres humanos, y si nos apropiamos de él arteramente o somos cómplices deliberados o involuntarios de ese daño… ¿qué calificativo cabe?

Gabriela

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