sábado, 3 de marzo de 2007

Club de Jóvenes Lectores de María Grande

El Club de Jóvenes Lectores de la ciudad de María Grande -Entre Ríos- del que participaron niños y jóvenes entre 7 y 18 años, inició sus actividades en diciembre de 2002 y continuó hasta el primer semestre de 2005. Fue una iniciativa independiente a través de la que quise crear un espacio no escolarizado en el cual promover el contacto y disfrute de la lectura. Como suele suceder con las proyectos personales, no enmarcados en un sistema que los sostenga, suelen sobrevivir a duras penas y a fuerza de voluntad y empeño. Es así que la vida del Club fue breve, aunque en tanto existió me dio la oportunidad de compartir -con un grupo de adolescentes y niños maravilosos- momentos memorables y que anidan cálidamente en mi corazón: reímos y nos emocionamos; leímos juntos; exploramos, criticamos e intercambiamos libros; creamos y jugamos. Entre nuestros logros se cuentan la edición manual de dos boletines a los cuales ambiciosamente denominamos: Libromanía Revista del Club de Jóvenes Lectores, dichas publicaciones vieron la luz en septiembre/octubre 2003 y junio/julio de 2004. A pesar de lo solitario que a veces puede sentirse esta vocación de formar lectores, de contagiar la pasión por la lectura, mucha gente fue la que nos apoyó de una u otra forma, incluso un aspecto vital para poder realizar las mencionadas producciones fue la colaboración de comercios, profesionales y entidades que hicieron de auspiciantes.

Nuestra última presentación oficial fue en la V Feria del Libro del Instituto “María Grande” en junio de 2004.

Editorial de Libromanía N° 1:
“A la literatura, como a todo arte, se llega por amor, por placer, por juego, por cualquier vía menos por la imposición, la censura, la calificación castradora o el miedo”
No estamos “en contra de”, sino “a favor de”… De la lectura, de la imaginación, de la creación, de las palabras; y también creemos que hay distintos caminos de acercarse a ellas. Hay un montón de maneras de llegar a los libros y a la lectura, no hay una sola; pero seguro que no es a través de la imposición, de la obligación, de la censura, del castigo. A la lectura se llega solamente si descubrimos que en ella hay algo que nos reconforta, que nos seduce, que nos hace soñar, que nos atrapa y nos apasiona: mundos imaginarios, personajes insospechados, hechos pequeños, actos heroicos, palabras musicales, sentimientos valiosos, aventuras, sorpresas, gente como uno y otra desconocida…

A veces, las ficciones -es decir, los mundos imaginarios que se ocultan en los libros-, se entrecruzan, se entrelazan con otros mundos que conocemos por otra vía y que nos encantan: los de las películas que vemos, de los dibujitos, de los videojuegos, de las canciones. Y, sin querer, llegamos a los libros, a leer aquello que nos convoca, que nos atrapa, porque alguien nos permitió abrir puertas, encontrar otros caminos, inaugurar nuevos puentes…

Es mentira que no se lea por culpa de la tele, o de la computadora, o de los videojuegos, o de las múltiples actividades… Se puede leer y disfrutar de todo eso también. No tiene por qué existir la oposición: o una cosa o la otra.

Suele pasar que dedicamos más tiempo a una actividad que conocemos, y si nadie nos ha contagiado la magia de la lectura es un poco difícil que la descubramos solos, y si cuando nos acercamos a los libros la experiencia fue frustrante, angustiosa, cansadora, aburrida, obligada, …pocas ganas de volver a intentarlo deben habernos quedado.

Ojalá que todos pudiesen contar: “Con el triciclo se lastimó la pierna. Con la bici, se cortó la cara. Y con un libro, se abrió la cabeza” (Agencia Capurro y Asociados)

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