
Pennac nos dice que el niño "seguiría siendo un buen lector si los adultos alimentaran su entusiasmo, si estimularan su deseo de aprender, si le acompañaran en su esfuerzo, si consintieran en perder tardes en lugar de intentar ganar tiempo, si hicieran vibrar el presente, si alimentaran este placer –el de la lectura– hasta que se transmutara en deber".
Y, más adelante, devela una de las claves del contagio de la magia de la lectura: "¿y si, en vez de exigir la lectura, el profesor decidiera de repente compartir su propia dicha de leer?"
Víctor Moreno insiste también en el papel del maestro-profesor: "la importancia del maestro me parece clave en las facetas de motivar: la motivación es fácil cuando el niño lee lo que quiere, donde quiere y como quiere; ha de estrujarse el magín elaborando actividades y juegos sobre el libro que se desea leer. Y, muy importante, conocer a los niños y niñas que no leen, los factores que han intervenido en esta inapetencia y solicitar de ellos un plan concreto de lecturas que les gustaría zamparse". Su reflexión concluye tajante y elocuentemente: "si no hacemos buenos lectores, no habrá escuelas vivas, donde el niño sea actor y creador", y nosotros apostillaríamos humildemente: "no habrá una sociedad más dinámica y tolerante".
[…] Víctor Moreno nos lo recuerda con estas palabras: "El objetivo es crear gusto por leer –el placer desinteresado de leer–, recrearlo y mantenerlo siempre terso y en tensión, para que el ánimo lector no decaiga. El gusto por la lectura no se adquiere leyendo bajo el efecto de la necesidad o de la obligación. La lectura solamente puede ser fuente de placer o de alegría cuando ha sido filón de descubrimientos. [...] Nuestra intención, voluntad y perversa pedagogía es procurar que los niños y niñas lean única y exclusivamente para el ombligo celestial de su alma .>>
OSORO; Kepa, “Leer para fecundar el futuro”.
Extraído de la revista digital de Literatura infantil Cuatrogatos (www.cuatrogatos.org)

“(…) De la narración oral a la pasión lectora
Leer libros a los niños es una de las labores más trascendentales y gratificantes que un maestro o un padre pueden hacer por la salud lectora de los muchachos. Por encima del interés pedagógico o científico del texto narrado hemos de situar la tremenda carga afectiva que encierra esta tarea.
Debemos reservar diariamente un rato a la narración gozosa de un relato motivador y emocionante. El niño esperará con ilusión estos momentos mágicos y todos disfrutaremos desde nuestro papel: ellos como oyentes apasionados y nosotros como generadores de fantasía y afecto.
Vamos a terminar con una frase de Pierre Gamarra: "No pueden leerse libros si antes no se ha leído el mundo".”
OSORO; Kepa, “Lectura: reflexiones para una utopía”. Extraído de la revista digital de Literatura infantil Cuatrogatos (www.cuatrogatos.org)

“(…) En suma, le enseñamos todo sobre el libro en esos tiempos en que no sabía leer. Los abrimos a la infinita diversidad de las cosas imaginarias, lo iniciamos en las alegrías del viaje vertical, lo dotamos de la ubicuidad, le entregamos a Cronos, lo sumergimos en la soledad fabulosamente poblada del lector… Los cuentos que le leímos hormigueaban de hermanos, hermanas, padres, dobles ideales, escuadrillas de ángeles guardianes, cohortes de amigos tutelares que se hacían cargo de sus pesares, pero que, luchando contra sus propios ogros, encontraban a su vez refugio en los latidos inquietos de su corazón. (…) Así descubría la virtud paradójica de la lectura que consiste en abstraernos del mundo para hallarle un sentido.
(…) Sí le enseñamos todo sobre el libro.
Le abrimos un formidable apetito de lector.
Hasta el punto, recuerden, hasta el punto que ¡estaba ansioso por aprender a leer!
¡Qué pedagogos éramos cuando no nos preocupábamos por la pedagogía!”
PENNAC, Daniel. Como una novela. Colombia, Editorial Norma, 1997.
