


Este es el diario o bitácora de una travesía al mundo de las palabras y de los libros. Lleva por nombre la frase que gritaba el loro de Long John Silver, el pirata de la novela que me hechizó cuando niña: "La Isla del Tesoro".
1· Un lugar para relajarte:
Un sillón con un libro…
2· ¿Haces siesta?
¡Ojalá pudiera!
Mi esposo
No me gustan los deportes, punto.
Papel para imprimir libros, jaja
La apago, me molesta que cada vez que se actualiza la página o abro un link se reinicie el tema. Además no suelo coincidir en gustos musicales… ¡con nadie!
Invierno.
Es una genia bloggeando
Finlandia o Escocia.
No vacaciono jamás, pero si lo hiciera: un lugar con lagos, pinos, frío.
Negro y amargo.
De los burócratas, los corruptos, los pacatos y discriminadores.
Absolutamente previsible: ¡docente!
Vampiros de Morganville 4 de Rachel Caine, Conflicto de L. J. Smith, Leer y escribir en la escuela: lo real lo posible, lo necesario de Delia Lerner, La experiencia de la lectura: estudios sobre literatura y formación de Jorge Larrosa, En torno a la cultura escrita de Margareth Meek
No uso y detesto la obsesión por las marcas.
Las 24.
Obvio. Haría más cosas, tendría un día de 50 horas (nadie dijo si la viviría en este planeta, aclaremos)
Este y mil más, es adictivo…
Nada.
Negro y negro.
Todo lo que se pueda.
Dragón, pues preferiría cualquier mundo imaginario a este en donde los animales son objetos de los irracionales humanos.
Dedicarme sólo a leer y escribir.
Ninguno, disfruto demasiado de este lado de la pantalla.
Soy aburrida y legal, malo, malo, malo… nada, quizá arruinar mi salud con comida poco saludable.
Siempre soñé con la Edad Media, pero supongo que sólo la de la ficción, con mis ideas me quemarían en la hoguera.
Las arañas.
Mi vida es prosaica.
29. ¿Te gustaría casarte y tener hijos?
Ya me casé, basta una vez ¿no? (sigo casada, aclaro, y contenta) Hijos: no tengo y no quiero.
Alba pregunta por su cuenta: 30. ¿Alguna vez has volado en sueños?
Yo respondo: sí, cuando niña, pero agrego ¿sabes lo que decía Freud al respecto?
Mi queridísima amiga bloggera Alba de Letras y Escenas: novela romántica juvenil y adulta, que lleva adelante un blog único y maravilloso, ha obsequiado a ¡Piezas de a ocho! un premio que le viene “como anillo al dedo”… ¿Por qué? Pues porque al fin de cuentas este es un blog cuyo origen tiene que ver con mi infancia, con las lecturas que mi mamá nos hacía a mi hermana y a mí cuando niñas, con lo que nació allá lejos y ahora es una pasión ingobernable en mi vida: la lectura.
Por ellos me encantó responder a los requisitos pues me llevó a pensar en el tiempo ese del que uno no es consciente y constituye el cimiento de toda una vida: la niñez.
Premio “Nostalgia de la Infancia”
Normas:
1°- Realizar un post sobre él.
2º- Contestar las preguntas sinceramente, borrando las respuestas anteriores.
3º- Ponerse un tanto nostálgico.
4º- Nominar a cinco blogs.
Y las preguntas son las siguientes: 1.- ¿CUÁL ES TU PRIMER RECUERDO? Parece ser que uno de una mi más tierna niñez, pues yo recuerdo un perro llamado Batuque que era de mi abuela y en mi casa sostienen que era muy muy pequeñita cuando pude haberlo conocido: quizá 4 años.
2.- NOMBRA ALGUNOS DE TUS JUGUETES PREFERIDOS: Unos muñequitos en miniatura (al estilo de los juguetes que vienen como sorpresa con las golosinas) con los que imaginaba universos jugando solitaria.
3.- ALGUNA TRAVESURA DE CUANDO ERAS NIÑA: Ser muy contestadora, huir cuando mi mamá quería pegarme por portarme mal y reírme descaradamente mientras ella me perseguía agitando una varita para darme una zurra.
4.- TU COMIDA PREFERIDA DE AQUELLOS AÑOS: Bifes de carne vacuna con papas a la cacerola, y como a mí no me gustaba el mondongo cada vez que lo cocinaban me hacían ese menú especialmente.
5.- TUS DIBUJOS PREFERIDOS DE LA TV: El hombre araña (¡sí!, era mi amor imposible)
6.- TU PRIMERA COLECCIÓN DE FIGURITAS: Nunca tuve una, por cuestiones económicas no se gastaba en eso en mi casa, pero siempre alguna lograba conseguir, recuerdo haber tenido una figurita (lograda vaya a saber cómo) de El Zorro, es decir Gary Williams (¡sí!, otro amor infantil)
7.- TU MEJOR AMIGA Y POR QUÉ: Se llamaba Sandra (se llama en realidad, pero ya no somos mejores amigas, ni amigas, bah) supongo que no nos quedó más que hecernos amigas pues las mamás nos llevaban juntas a la escuela.
8.- EL PRIMER LIBRO QUE LEÍSTE: No recuerdo con exactitud, pero sí el primero que cuando era muy pequeña me regalaron: La Nariz, un cuento tradicional de la Colección Mosaico de Sigmar, que no me convencía mucho pues el de mi hermana era nada menos que La Cenicienta.
9.- AQUELLA CANCIÓN, QUE SIEMPRE QUE ESCUCHAS, VIAJAS A TU PASADO: Mi mamá escuchaba a Gardel, también a Nino Bravo así que quizá al oír algo de ellos (uf, qué macabro, ambos muertos de la peor manera) recuerde los domingos de mi niñez.
10.- AQUEL MAESTRA QUE TODAVÍA HOY RECUERDAS CON CARIÑO Y POR QUÉ: Supongo que a mi querida Señora Ethel, no sólo porque era un ángel maternal, sino porque fue a quien en 7° año le conté que estaba enamorada de un chico de 5° (bueno, ahora entiendo que mi amor por Edward/Pattinson tiene antecedentes)
11.- UNA PELÍCULA QUE JAMÁS OLVIDARÁS PORQUE TE RECUERDA A TU INFANCIA O JUVENTUD: De mi niñez: las dos películas que vi cuando mi mamá me llevó al cine por primera vez: Heidi y Camino a Oregón, y ya de mi adolescencia: Los Goonies
12.- AQUELLOS CÓMICS QUE LEÍAS CON AVIDEZ CUANDO ERAS PEQUEÑA: La ciencia ficción y la fantasía épica ya me perdían: Nippur de Lagash, Mark, Wolf.
13.- UNA MASCOTA QUE TUVISTE DE PEQUEÑA: Un perro llamado Polilla, al que de grande eché de menos pues creo que no fui muy cariñosa con él. Si existe un lugar a donde vayan nuestras mascotas: él sabe que recompenso con creces con cuanto “bicho” se me cruza -hoy en día- mi desapego infantil .
14.- EL PRIMER COCHE QUE TUVISTE CUANDO TE SACASTE EL CARNÉ DE CONDUCIR: Nunca tuve coche, ni sé conducir.
15.- UN VIAJE O EXCURSIÓN QUE HICISTE CON LOS COMPAÑEROS DE CLASE: Un viaje a Concordia en 5° grado con una maestra que odiaba, fue la primera vez que experimenté el desprecio por un docente que no sabía nada y era el ser humano más falto de carácter del mundo, desde mis diez años podía percibir eso.
16.- AQUEL JUEGO QUE TANTO TE GUSTABA JUGAR DE PEQUEÑA: Además de imaginar historias con mis muñecos diminutos, leía.
17.- ¿QUE PROGRAMA DE LA TELEVISIÓN DE AQUELLOS AÑOS ERA EL QUE MÁS TE GUSTABA? El Zorro, y más adelante la serie televisiva de cowboys La conquista del Oeste, no sólo me encantaba la trama de aventura dramática sino que me enamoré de Luke, un jovencísimo Bruce Boxleitner.
18.- UN REGALO QUE TE HICIERON TUS PADRES QUE JAMÁS OLVIDARÁS: No recuerdo ninguno material, pero creo que lo mejor que me sucedió en la infancia fue que mi mamá me leyera, no hay mejor regalo que ese.
19.- ¿HAY ALGÚN OLOR QUE TE TRASPORTA A TU INFANCIA? El perfume de las “coronitas de novia” me recuerda mis días de escuela de la niñez, el patio de mi colegio olía así.
20.- UN DÍA O UN MOMENTO DE TU INFANCIA QUE NO OLVIDARÁS NUNCA, PORQUE FUISTE INMENSAMENTE FELIZ: ¿Aparte de cuando leía? Ni idea…
Blogs nominados (¡sí!... sólo cuatro)
-Midnight Eclipse de Elwen
-Signos Musicales de Cris
-Desierto de Ainhoa
Ficha técnica:
Título: Ciudad de Hueso
Título original: City of Bones
Autora: Cassandra Clare
Saga: Cazadores de sombras (The Mortal Instruments)
Género: Novela, Fantástico - Juvenil
Editorial: Destino
Nº de páginas: 512
“La lectura y la escritura son dos caras de una misma moneda” sostiene Graciela Cabal. Y en este momento coincido más que nunca con ella ya que las últimas páginas de Ciudad de Hueso de Cassandra Clare me provocaron a escribir. Así, no puedo menos que hacer una reseña de este fascinante libro perteneciente a una trilogía llamada Cazadores de Sombras cuyas dos obras siguientes son Ciudad de Ceniza y Ciudad de Cristal, aún no traducidas al español.
La historia revela que en este planeta no sólo existen seres visibles sino también criaturas fantásticas que con el uso del glamour –una especie de hechizo que permite visualizarlos como personas- transitan tranquilamente por las calles. Vampiros, hombres lobos, hadas, duendes, entre otros, constituyen el Mundo de los Subterráneos, cuya vigilancia y control es ejercido por los Cazadores de Sombras. Pero estos guerreros, surgidos a partir de la mezcla muy arcaica de sangre de un ángel llamado Raziel y de los humanos, también tienen la tarea de liberar a la tierra de los demonios.
Por la venas de Jace Wayland circula parte de aquella antigua fusión. Este es un adolescente de diecisiete años muy guapo, sensual y atrevido. Con sus cabellos y ojos dorados y el cuerpo tatuado, es una amalgama de caballerosidad y grosería, jactancia y amabilidad, sinceridad y sarcasmo. Su devastadora belleza impacta por primera vez a Clary Fray, en una discoteca llamada Pandemoium.
A partir de este primer encuentro, ya nada volverá a ser igual en la vida de la chica pues extrañamente logra ver a quienes matan demonios. La desaparición de su madre, el conocimiento del mundo de las sombras y del submundo, la reaparición del perverso Valentine, la búsqueda de
Así es que el relato es delicioso y asombroso de punta a punta. Muestra situaciones límites, divertidas (es inevitable no reírse del tono sardónico que el chico de melena color del sol le otorga al relato), oscuras y crueles. Además se ponen en cuestión ciertos ejes de ninguna manera intrascendentes como la lucha por el poder, el amor, el abandono y la leal amistad. Inclusive la autora introduce dos temáticas relevantes: la homosexualidad y la discriminación sin dar lugar a una denuncia tediosa y moralista.
Tampoco quiero dejar de mencionar un elemento llamativo en el relato como es una nueva ‘teoría’, al menos para mí, sobre la existencia de los seres semi-humanos como vampiros u hombres lobos. Les dejo la intriga…
El cruce que se instaura en la novela entre fantasía y realidad es más que interesante y genera la ansiedad de continuar zambulléndose en más páginas (digitales en mi caso). La trama no decae en ningún momento ofreciendo un final inesperado, movilizador, dejando al lector dispuesto para la ávida espera de las próximas obras que continúan esta saga.
En fin, quienes exploran el género feérico–romántico y en general la buena literatura, seguramente disfrutarán del recorrido por esta fantasía urbana tan placentera. Hasta los huesos…
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Nada puedo agregar a esta maravillosa reseña escrita por mi amiga (y casi colega) Valeria, sólo coincidir con ella pues cuando leí el primer tomo de la saga me enamoré de la historia... Espero ansiosa la continuación.
Aclaro que yo me tomé el atrevimiento de postear la portada de la versión en inglés pues me poareció sencillamente deliciosa, sólo para chicas...
Como es costumbre en Piezas..., les dejo algunos datos sobre la autora, en este caso obtenidos de:
http://www.lecturalia.com/autor/3735/cassandra-clare
Gabriela
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Cassandra Clare es el pseudónimo de la autora de la popular trilogía de literatura juvenil Cazadores de sombras.
Clare nació en Teherán, Irán, aunque sus padres son estadounidenses. Ha vivido en Francia, Inglaterra y Suiza durante su infancia, trasladándose posteriormente a Los Angeles y Nueva York, donde ha desempeñado diversos trabajos en revistas y tabloides. Clare empezó a escribir Ciudad de hueso (City of Bones), la primera de las novelas de Cazadores de sombras, en 2004, inspirada en Manhattan. Antes de convertirse en novelista de éxito ella publicó una gran cantidad de “fan fiction” bajo el pseudónimo de Cassandra Claire, firmando obras inspiradas en Harry Potter y El Señor de los Anillos que fueron alabadas por la crítica, aunque con respecto a The Draco Trilogy (que fue muy bien considerada por The Times y que se basa en la obra de J. K. Rowling) ha habido algunas sospechas de plagio.
12º Congreso Internacional de Promoción de la Lectura y el Libro Leer, inquieta
Título de
Autora: Lic. Gabriela Adriana Monzón (gabymonzon@gmail.com)
Debo iniciar esta exposición haciendo referencia a algunos sucesos de mi historia personal que es, desde que tengo memoria -irremisiblemente- una historia de lecturas, pues como expresa el personaje de Dianne Setterfield[1] en El cuento número trece: “Siempre he sido lectora; en todas la etapas de mi vida he leído y nunca ha habido un momento en que leer no fuera mi mayor dicha.”
En primer lugar, nunca imaginé aquel 24 de noviembre de 2006 -internada en una clínica para que me operasen la rodilla-, cuando abrí por primera vez la novela Crepúsculo de Stephenie Meyer que -transcurrido este tiempo- estaría hablando de ella en una instancia como esta.
En segundo lugar, debo ser sincera al respecto y expresar que soy una admiradora irreductible de la saga y de Meyer, que he leído -impenitente y emocionada- numerosas veces las cuatro novelas, y que desde el primer momento me transformé en una promotora incondicional de su lectura entre los lectores con los que estoy en contacto, particularmente adolescentes. Incluso administro un blog exclusivo sobre los libros en cuestión al que di en llamar Profe Crepúsculo, cuyo lema es Yo fui mordida. Ahora propago la fiebre, pero además tengo presente cada evento de contagio desde aquel primero que ocurriera en el año 2007, cuando en debutaba participando en la edición de este Congreso y realicé en aquella Feria la compra de los dos primeros libros para mis queridas Flopi y Ana Paula, dos alumnas de Paraná.
Al decir de Andreu Martin[2] “Yo pertenezco a la pandilla de adultos interesados por difundir el placer de la lectura y estoy satisfecho(a), porque creo que nos estamos saliendo con la nuestra.”
En tercer lugar, corresponde que aclare que, si bien me voy a ocupar de los libros, de presentarles desde mi perspectiva ciertas particularidades que los hacen destacables y diferentes en el campo en permanente reelaboración de la literatura para jóvenes; abocaré parte de mi análisis a lo que ha dado título a este trabajo: el fenómeno lector y escriturario que ha puesto en comunicación a tantos adolescentes y a muchos que ya no lo somos; pues aunque podría centrar la cuestión en la vivencia lectora personal -único modo (creo) de sostener la mediación-, la intervención en un Congreso de tales características es una instancia privilegiada para enunciar también algunas claves provisorias en torno los vínculos entre los lectores, la lectura como instancia no escolar, los procesos escriturarios que se ponen a funcionar en torno a algunos libros.
Como expresé anteriormente empezaré refiriéndome a las novelas que publicara en español Alfaguara Juvenil, cuyos títulos son: Crepúsculo, Luna Nueva, Eclipse y Amanecer, escritas por la norteamericana Stephenie Meyer.
Si bien el reciente estreno cinematográfico basado en la primera de las historias hizo que los medios de comunicación hablaran bastante de la trama, desgraciadamente la información suele ser presentada por el periodista de turno que no tiene la menor idea al respecto, por lo tanto no creo que sea ocioso como mediadores de lectura manejar algunos datos elementales fidedignos acerca de los libros.
En principio, me parece oportuno hacer un comentario del argumento: Bella Swan, una adolescente tímida y muy torpe pero extrañamente madura, ingresa a una nueva escuela pues se ha trasladado desde la casa materna en Phoenix a vivir con su padre en Forks (estado de Washington). Aun cuando lo que más desea es pasar desapercibida y hacer una vida lo más anónima posible, se siente asaltada por una atracción inexorable hacia el joven más increíblemente atractivo que pudiera conocer: Edward Cullen, sin saber que este y su familia son en realidad vampiros que sacrifican sus ansias de sangre humana en beneficio de una existencia pacífica y moral. En la primera novela -Crepúsculo- los protagonistas atraviesan más de una vicisitud puesto que el joven no sólo deberá gobernar su irrefrenable sed por la sangre de Bella que le resulta extremadamente atrayente, sino asumir que se halla definitivamente enamorado de ella, a la vez que confiar en que esta no huirá horrorizada ni revelará su naturaleza inmortal. Para agravar las cosas la chica -que corresponde su amor y asume con inusual naturalidad su identidad sobrenatural- será perseguida por otros vampiros menos escrupulosos que los locales.
Resueltos los conflictos iniciales, en el segundo tomo -Luna Nueva- el apuesto Edward cree que la separación el único modo de mantener lejos de riesgos mortales a Bella, sin comprender que romper ese vínculo arrasará la vida de la joven con una fuerza devastadora que pondrá en riesgo su cordura. Sin embargo, la muchacha intenta sobrevivir al fatal desasosiego sosteniéndose en la amistad única que forja con Jacob, un muchacho de la reservación quileute, hijo de un amigo de su padre. Pero sin duda los peligros no dejan de existir porque Edward se haya alejado de ella, sino que se da una explosión demográfica de jóvenes hombres lobo en la reserva de La Push, pues perciben que hay aún vampiros asesinos rondando la zona y ellos tienen la mítica herencia de ejercer de anónimos protectores. Una carrera para salvar la vida de Edward, el regreso de este y fortalecimiento de la joven pareja en un amor épico, sumados al convencimiento y aceptación definitivos de que Bella es y será en adelante parte de la vida de los Cullen, permitirá el avance y complicación de la historia.
En el tercer libro -Eclipse- Jake -quien en la novela previa adquiriera la habilidad de mutar en lobo, como otros chicos de La Push- se transforma en un competidor persistente que desea conquistar el corazón de Bella; aún cuando esta le demuestra una y otra vez el lazo incondicional que la une a Edward. El amor de ambos muchachos por ella será el puente que unirá al bando de los vampiros y los lobos en una tregua histórica para luchar contra un enemigo común, y hará surgir una especie de amistad antagónica entre ellos.
El cuarto libro -Amanecer- trae complicaciones inusitadas y lo que se suponía iba a ser la culminación de la espera de Bella para transformarse en vampiro y unirse para siempre a Edward, resulta mucho más que eso, pues surge un hecho totalmente inusitado que hace madurar a los personajes y sin lugar a dudas termina siendo indeciblemente más fuerte que la historia de amor de dos adolescentes intemporales. Agregar cualquier dato sobre el último tomo es arruinar la sorpresa…
Ahora bien… ¿qué se puede expresar sobre la saga? Como adulta, crítica, lectora voraz, empedernida y defensora acérrima de la literatura juvenil, pero además como “mediadora” entre los chicos y los libros, no dudo en lo más mínimo en ponerle un rotundo diez a toda la serie, si ese fuera el tope calificativo.
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[1] SETTEFIELD, Diane. El cuento número trece. Barcelona, Lumen, 2007.
[2] MARTÍN, Andreu. “¿Por qué literatura juvenil?”, en Cuadernos de Literatura Infantil y Juvenil, N° 72, 1995. Digitalizado por el Centro de Documentación e Investigación sobre Literatura Infantil y Juvenil – Salamanca – Fundación Germán Sánchez Ruipérez.
12º Congreso Internacional de Promoción de la Lectura y el Libro Leer, inquieta
Título de
Autora: Lic. Gabriela Adriana Monzón (gabymonzon@gmail.com)
“Los adolescentes no leen”, “no saben escribir”, “no saben hablar”, “el chat y el sms han deformado la lengua”… ¿Verdad que estos comentarios circulan tan frecuentemente por el mundo escolar que casi forman parte del paisaje? ¿Y verdad, también, que la mayoría de los adultos escasamente dudan de la autenticidad incuestionable de dichas aseveraciones? Más de una vez habrán observado a todos los que los rodeaban asentir ante afirmaciones de ese tipo.
Y sí, es más sencillo y hasta lógico hallar en el otro el defecto y la causa -el que tiene menos poder, el que apenas puede ponernos en cuestión, sea niño o adolescente-, es más saludable para nosotros y el sistema del que somos parte, antes que admitir lo que con absoluta brutalidad dice Daniel Link: “Casi la mitad de los jóvenes que terminan la educación media en Argentina tienen dificultad para realizar simples operaciones de abstracción matemática y, lo que resulta más grave aún, casi la mitad de los jóvenes que terminan la educación media en Argentina tiene dificultades para comprender lo que lee. Tenemos el peor sistema escolar del mundo.”
Yo opino más o menos lo que Link y, aunque parece una paradoja, disiento totalmente con mis colegas al respecto de lo enunciado en el primer párrafo. Y admito ser una optimista. Ni catastrofista ni negativa. Porque veo otra cosa.
Veo chicos que leen, y mucho, y variado, y apasionadamente; claro que no las cosas, ni del modo, ni en las circunstancias que desean los adultos que lean. Veo jóvenes que escriben; sí, sin duda con dificultades en el manejo de las reglas del código, pero escriben, y piensan, y reflexionan, y critican, y se juegan por lo que opinan. Veo adultos que no leen ni escriben; que escriben mal y no lo reconocen o no les importa; que ven embobados televisión basura y cuando por milagro compran un libro es de autoayuda disfrazado de literatura. Veo adultos que leen y escriben maravillosa y profusamente, pero son un gueto reforzado con trincheras, una elite intocable e inaccesible que no tiene interés en promover en otros esos valores.
Y, sí, también veo niños y jóvenes sometidos al fracaso por la desidia, la incompetencia, la soberbia, la estupidez, la ignorancia, la vanidad de los adultos que debieran enseñarles y no les enseñan, que deberían prepararlos y no lo hacen, que deberían dejar el alma y el cuerpo por garantizar uno de los derechos fundamentales en este mundo enloquecido de la posmodernidad, como es el hacer uso de la palabra escrita y acceder al mundo del saber, la historia, el arte y las leyes por medio de la lectura.
En más de un momento del pasado año escolar, aún sosteniendo que soy una optimista, me dejé atrapar por una cierta desesperación al considerar la posibilidad de que no hemos estado nunca peor que ahora -en mi provincia de Entre Ríos al menos- en cuanto a la enseñanza de la Lengua y la Literatura. Y en ese contexto, me volví a sorprender en sucesivas oportunidades, lo que siempre termina por devolverme la esperanza. No porque viera profundas transformaciones masivas y radicales en las aulas; sino porque otra vez -como ha sido desde hace siglos- la magia de la lectura era tan poderosa que un desprevenido lector quedaba hechizado por ella; o el deseo irrefrenable de escribir hacía que un escritor incipiente saltara barreras y se permitiera adueñarse de su decir.
Y un hecho central en este volver a tomar fuerzas para seguir dando batalla, fue descubrir que muchos jóvenes encuentran escenarios/modos/procedimientos alternativos por fuera de la institución escolar para leer y escribir, cuando esta es un territorio hostil, cuando esta se constituye en ese gueto inaccesible donde se escribe poco, donde la palabra y el pensamiento propio no son legítimos, o sencillamente no se escribe; donde se lee lo que instala el adulto unilateralmente haciendo de esto una carrera de obstáculos, o lisa y llanamente se lee casi nada. Así las cosas, y a contramano de muchas arcaicas propuestas de la institución educativa, los medios que la tecnología pone a su alcance y con escasísimo costo les resultan menos adversos a ellos -nativos digitales- que a los adultos, reacios a dejarse atrapar por ese mundo que les despierta sospechas producto del desconocimiento más pertinaz.
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Por eso, en este espacio se conjugarán la lectura y la escritura, desde la pasión por la palabra hasta los desvelos que acarrea la didáctica, en homenaje a los textos que poblaron mi infancia, y a todos los otros que signaron mi vida luego de aquel primer encuentro con Stevenson.
Gabriela Monzón.