sábado, 21 de julio de 2007

Una década de magia, que nos acompañará siempre...

Voy a cometer la osadía de citarme a mí misma...

"[...] A un adolescente y a un chico tanto como a un adulto pueden venderle -y de hecho lo hacen- con una buena campaña publicitaria: un juguete, una remera, un par de zapatillas, una gaseosa o un teléfono celular. El consumo de ninguno de ellos supone esfuerzo alguno, es fácil comprarlos y usarlos, es fácil sentarse y disfrutarlos.

Sin embargo, el que sostiene que un libro se les vende a los adolescentes y a los niños de esta misma manera, entiende muy poco.

A los adultos sí nos pueden vender de esa forma -y es triste decirlo- hasta un libro (ejemplos de multitudinarias ventas de nulo valor estético lo evidencian). Pero claro, el mundo de los adultos está hecho de otras cosas: de necesidades, de conflictos, de prejuicios, de apariencias y de infinidad de cuestiones para que consumamos una porquería sin titubear, porque los números cantan…

Vayamos ahora a los niños y a los adolescentes… Poner a funcionar un complejo sistema de estrategias cognitivas y lingüísticas para construir sentido a partir de sólo signos en el papel -se trate de diez o de cien páginas- es todo un logro para cualquier chico, dadas las particulares dificultades que en la actualidad supone para ellos el procesamiento del lenguaje escrito.

Y obviamente, no se consigue con sólo buena propaganda. ¡Sería tan fácil si fuera así!

Pero volvamos al esfuerzo que supone ese proceso que es la lectura, ni falta hace explicar el coraje, la osadía, la dedicación necesarias si un niño o un adolescente debe incursionar en 254 páginas (Harry Potter y la piedra filosofal), en 291 (Harry Potter y la cámara secreta), en 349 (Harry Potter y el prisionero de Azkaban), en 635 (Harry Potter y el cáliz de fuego), en 893 (Harry Potter y la Orden del fénix), o en 602 (Harry Potter y el misterio del príncipe)…

Como dice Beatriz Sarlo “es más difícil leer que aprender a conducir un coche o una bicicleta, jugar al tenis, cocinar comida china, andar a caballo o tejer. Por supuesto (….) es más difícil aprender a leer que a mirar televisión”.

Y si -en sus palabras- leer “es una de las operaciones más complejas”, ni todas las campañas publicitarias del mundo, logran que un chico se someta a esta complicada operación. NO, de ninguna manera, si no hay MUCHO, MUCHO MÁS de por medio. NO …con el placer, el fervor, la pasión, las ganas que tantos chicos depositan en la lectura de los libros del pequeño mago.[...]"

Monzón, Gabriela, “Yo no quería hablar más de Harry Potter”.


*SARLO, Beatriz. “Máquinas del tiempo”, en Suplemento Cultura y Nación de Clarín, Buenos Aires 31 de marzo de 1994, pág. 7.

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