martes, 8 de septiembre de 2009

Escritura virtual basura

Soy una defensora de la lectura elegida desde las propias inquietudes, necesidades, pasiones, intereses e historia personal. Defiendo el gusto lector propio y único, la indagación azarosa en el mundo de las palabras que nos va conformando como personas y lectores. He levantado la bandera de los derechos del lector reivindicando géneros a veces marginales de lo académico o lo prestigioso: el terror, la ciencia-ficción, el best-seller, la literatura juvenil, y tantos otros.

Sin embargo, últimamente, y sin contradecir esto, he desarrollado una fobia pertinaz hacia un género que no puedo menos que considerar palabrería barata.

Este halla su vehículo ideal en Internet, ya sea por medio del envío de correo electrónico, a veces como adjunto en los consabidos pps o incluso en páginas que pululan divulgando dichas producciones.

Se podrían caracterizar como una producción de nulo valor estético, llena de lugares comunes de tarjeta, redacción simplona y pedestre, en donde no queda claro el objetivo, mezcla de reflexión y consejo de autoayuda con alardes pretenciosos de lirismo. Generalmente estos textos se copian y se pegan hasta el infinito y así van modificándose, y en ocasiones en el peor modo: llenándose de incoherencias de redacción, errores de ortografía y olvidos de puntuación.

Y esto no es todo.

Este fenómeno se acompaña de otros: por lo general abunda el anonimato o la identidad confusa de los autores, cuando no se llega a la invención descabellada atribuyendo una autoría ficticia a ciertos escritores reconocidos, por ejemplo García Márquez o Neruda, pero basta un lector avezado para que con una sola mirada a los textos pueda concluir que la única posibilidad de dicha atribución es que los nombrados escritores hayan sufrido una lobotomía.

Creo que estas cuestiones se vinculan, sin lugar a dudas, con las posibilidades infinitas que los medios tecnológicos generan. Por un lado, la democratización de dos cuestiones vinculadas al manejo de la escritura: la edición y publicación instantánea que Internet brinda. Por otro, una especie de equiparación virtual en los discursos que la red divulga, se puede hallar un mensaje inconcluso, provisorio y escrito deficientemente junto a un texto científico de valor académico, un artículo periodístico junto a una receta de comida casera escrita informalmente, un poema clásico junto a un cuento con moraleja escrito por una maestra.

De lo que se trata pues es de entender que tener el acceso a la herramienta no nos convierte en escritores profesionales automáticamente, ni siquiera en escritores eficientes, adecuados, solventes, personales, hábiles. A lo que se suma el necesario desarrollo de competencias lectoras que nos habiliten la discriminación, la distinción, la diferenciación de los textos que nos llegan tan fácilmente. Que podamos escribir en una computadora y hasta publicar, no nos convierte a todos en Shakespeare, que un discurso circule en la red no lo hace automáticamente valioso, la escritura de basura virtual debe a esta altura del siglo XXI haber superado en volumen a la Literatura que ha escrito la humanidad desde hace 5000 años.

2 comentarios:

Elwen dijo...

Me quito el sombrero ante tu post y no puedo mostrarme más de acuerdo. Como siempre genial Gaby

Homo libris dijo...

Estoy completamente de acuerdo contigo. Que haya más flautas donde soplar no nos hace músicos porque alguna suene casualmente.

Es bueno que la publicación en Internet se haga más "democrática", que sea fácil y libre el acceso a publicar en ella, pero como ocurre siempre con las palabras: si no vas a decir algo más hermoso que el silencio, es mejor que te calles (o no escribas en un blog, tanto da :))

Saludos.