sábado, 15 de noviembre de 2008

Eduardo Dayán, Palomas son tus ojos

Vi por primera y única vez a Eduardo Dayán en Buenos Aires, en el 11.º Congreso Internacional de Promoción de la Lectura y el Libro, en el marco de la 33° Feria Internacional del Libro, cuando fuera a llevar la ponencia “De los agujeros negros que deben sortear los lectores en el Nivel Medio”. Cuál no habrá sido mi sorpresa al terminar la ronda de exposiciones, al recibir el cálido saludo, el aliento generoso y la simpática felicitación de este señor que no conocía ¡y que además era escritor! En los pocos minutos que estuvimos frente a frente descubrí que compartíamos además la pasión por la lectura y la literatura, el entusiasmo por contagiarla a los jóvenes lectores, las ganas de hacer cosas. Luego intercambiamos unos cuantos mails, y la comunicación se diluyó pues honestamente me sentía incómoda por no poder conseguir su novela que prometí leer.
Pasó el tiempo, y al fin puedo decir que ha llegado “ese día” pues no hace mucho pude comprar -en otro viaje a Buenos Aires, ya que en mi provincia fue imposible- la obra de Eduardo Palomas son tus ojos, editada por Norma en la colección Zona Libre.
Puedo decir, sin temor a equivocarme, que es la mejor novela juvenil del género realista romántico que he leído. Es sencillamente exquisita, puesto que a una prosa amena, ágil, matizada de estilo coloquial que asume diversas voces, le suma la belleza de la poesía que se cuela por aquí y por allá, bajo el pretexto narrativo de que Pablo le escribe a María del Carmen.
La historia narra el amor de un chico que ya cursa la universidad y una adolescente que aún se halla en la secundaria, con los consecuentes conflictos que ambos deben afrontar en el contexto familiar. A lo que se suman los prejuicios (tan desgraciadamente típicos de la obtusa sociedad argentina) que se vinculan al hecho de que él es judío y la jovencita no; pero además vemos en un tono sobrio y nada casual, un marco narrativo que incluye un hecho histórico que forma parte de la galería de horrores y deudas de la Argentina: el atentado a la Amia.
Francamente, “Palomas son tus ojos” es una delicia de relato, encantadora y tierna, a la vez que aguda y mesurada al ubicar como telón de fondo hechos que el común de la gente olvida y sobre los que la mayoría de nuestros adolescentes no tienen ni noticia, puesto que los medios de comunicación instalan permanentemente nuevos temas y borran lo que no les reditúa. Pero más allá de esto, la trama no deja de centrarse en una historia de amor de las que todos queremos vivir una vez en la vida.
Sobre el autor
Eduardo Dayan es Profesor de Lengua y Literatura y Licenciado en Letras por la Universidad del Salvador.
Ejerció en escuelas de nivel medio y terciario y dirigió Talleres Literarios en el Programa de la Universidad de Buenos Aires destinado a adultos mayores de 50 años.
Autor de libros orientados a la enseñanza de la lengua y escritor de ficción, con títulos como: Amor con todas las letras (Editorial El Ateneo) y Palomas son tus ojos, con la que ganó el Premio Latinoamericano de Literatura Infantil y Juvenil Norma-Fundalectura 2002, novela que, según su propio autor, "presenta las dificultades del descubrimiento mutuo en una característica historia de amor adolescente".
Fue premiado en el Segundo Concurso Nacional Docente de Cuentos Infantiles (Ctera-Colihue), en el Concurso Nacional de Cuentos para niños de la Fundación El Libro, en el Concurso de cuentos para cebollitas de ALIJA (Asociación de Literatura Infantil y Juvenil de la Argentina) y en el Concurso Nacional de Literatura Infantil y Juvenil (H.I.J.O.S.).
El Monitor de la Educación, la revista del Ministerio de Educación, publicó en el número de noviembre de 2004 su cuento La escalera de sus sueños.
Fuente:
http://www.barriada.com.ar/EduardoDayan/eduardodayan.htm

NOTA: Hoy, 9 de abril de 2012, me enteré accidentalmente gracias al comentario generoso de una visitante del blog que el 27 de febrero de 2012 falleciera mi querido amigo Eduardo, pues desde aquella vez que nos viéramos e intercambiáramos unos pocos correos mucha agua bajo el puente había pasado y gracias a la tecnología, el amor por la literatura y la palabra nos habían acercado en la distancia.
Extrañaremos su entusiasmo, su alegría de vivir, su gozo de la lectura, su generosidad.

Annette Curtis Klause, La marca del lobo

No sé cuánto tiempo anduve detrás de esta novela a raíz de haber visto la película que llevaba como título precisamente el nombre original del libro de Curtis Klause: Blood and chocolate, hasta que por fin di con ella y pude acceder a su lectura.

Sin embargo, antes de pasar a reseñar el texto voy a dar algunas explicaciones para que no se malentienda ni se comprenda erróneamente mi postura.

Soy una convencida absoluta de que literatura y cine son dos lenguajes, medios, modos de contar historias, distintos y muy particulares. Por lo que en casos en que surgen guiones cinematográficos de la literatura “hago borrón y cuenta nueva”: leo el libro por un lado y gozo la peli por otro como dos cosas ajenas, sin reprochar nada a nadie. Y fui capaz de hacer eso hasta con las dos sagas más amadas por mí: El Señor de los anillos y Harry Potter.

No obstante, aún en este contexto, si yo fuera Curtis Klause le hago un juicio a quienes hicieron el film, a menos, claro, que a ella le haya convenido un poco de publicidad gratuita, porque honestamente sigo preguntándome ¿qué diablos tiene que ver una cosa con la otra? Insisto, derechos pagos hubo, pues en los títulos aparece el nombre de la autora, pero…

Aclaremos: adoro la película, es tierna, dulce, misteriosa, los actores son bellos (quién no cae postrado a los pies de Agnes Bruckner, o se derrite ante los ojos celestes o la sonrisa de Hugh Dancy) e ideales en sus roles, me fascina la transformación de los lobos (por fin me evitaron esa metamorfosis asquerosa de siempre)… Y tiene lo que yo llamo “el espíritu Crepúsculo”, es decir la unión de dos mundos a través de una pareja que supera la barrera de lo inexplicable en virtud de su madurez y del amor.

Ahora bien, coincidencias: cuatro o cinco nombres, el hecho de que haya hombres lobo viviendo en paralelo a los humanos, entre los que hay un grupejo de cinco lobatos transgresores, el dato de que el padre de Aiden sea ex militar… ¡¡¡¡Y NADA MÁS!!!!

Deberían poner en el film “lejanamente inspirado en los caracteres creados por Annete Curtis Klause”, de lo contrario: ¡ES UN ROBO!

Ahora vayamos al libro, que se lo merece, sin duda, pues realmente me encantó, aclarando también que dentro de lo que se publica como literatura juvenil (no se editó bajo este membrete en español, sí fue así en otros países) es lo más "subido de tono" que ha visto la luz (y no lo explico desde la pacatería, sino con sana ironía, por supuesto).

Vivian es una joven muchacha lobo (hasta ahí vamos igual) que vive con su madre (ya cambió la cosa: no mataron a su familia, sólo murió el padre y otra gente) en casa de tío Rudy en Riverview (estado de Maryland, bastante diferente a Bucarest, que estos personajes ni han oído nombrar), quien socorrió a la manada pues toda esta (no huyó solita) debió escapar de Virginia (no Colorado, estados distintos, por cierto) cuando incendiaron la posada que administraban a raíz de un crimen cometido por unos jóvenes hombres lobos y la sospechas que despertaron.

La muchacha es alumna de un instituto secundario (nada de trabajar en una tienda de chocolates) y no tiene amigos allí. Quizá porque su extrema belleza asusta a chicas y chicos por igual, o quizá porque algo les dice que ella es un depredador y los aleja instintivamente. La revista escolar publica un dibujo (ella es la artista y está pintando un mural en su cuarto) y junto a él aparece un poema de otro alumno (Aiden) que parece hablar del contenido de este: la metamorfosis humano/lobo. La joven intrigada lo busca y resulta ser un muy atractivo “hippie” (tal cual, nada de historietista huyendo de la ley) que tiene una banda de amigos/as que se llaman a sí mismos “la Ameba”, los que gustan de ir a recitales de rock y beber gaseosa entonada con alcohol a escondidas, como cualquier adolescente. La chica usa sus generosas dotes seductoras para acercarse a él, tengamos en cuenta que es una joven y madura loba con apetitos carnales más que latentes. Desde entonces se desarrolla un romance turbulento en el que ella es la que lleva adelante la seducción mientras que el chico es un adolescente que se repliega intimidado. Él es un jovencito un tanto ingenuo, que gusta de lo oculto y lo sobrenatural, al que su padre ex militar y su madre y tía -prejuiciosas y santulonas- persiguen pues temen que la curiosidad (bastante tonta) del chico y su (leve) rebeldía sean signos de satanismo (¿? sí, aunque suena absurdo parece el regreso de la derecha desaforada de la década del ’80 que fundó el PMRC*).

La manada debe elegir un nuevo líder en lugar del fallecido padre de Vivian y el candidato más potable parece ser Gabriel, un joven de 24 años, puro músculos -tan atractivo como el seductor Olivier Matínez- e increíblemente también poseedor de mucho cerebro, mesura, fuerza y autoridad, además de la cuota necesaria de ternura (sí, es mi favorito). Este, es perseguido por la viuda -madre de Vivian- y por otra “hermana”: Astrid (que no es madre de Rafe sino su amante).

El joven en tanto (quien sí, monta una motocicleta pero Harley Davidson), hace uno que otro avance hacia la adolescente, quien lo rechaza airada, pero en ningún momento es el acosador del filme, sino un tipo más que consciente de los peligros que corren por la estupidez y los prejuicios humanos, en los que sin duda no se equivoca una pizca; pero que por otra parte es respetuoso de la vida de estos y promueve la prohibición absoluta de hacerles daño (nada de cacerías rituales).

La cosa se complicará cuando se cometan una serie de crímenes atroces e internamente empiecen a sospechar de la manada. A esto se suma que los Cinco, es decir los lobatos con los que Vivian se crio, la persiguen más que entusiasmados reclamando su atención ahora que han dejado la niñez atrás; pero cuyo líder Rafe, quien perdió a su madre en el incendio de Virginia y convive con un padre borracho y resentido, es bastante más que un chico rebelde (ah, al que Aiden ni conoce).

Lo inevitable acontecerá cuando la muchacha crea que puede confiar en el joven humano que ama, y desencadenará así un desenlace inesperado que me pareció espectacular.

¿Recomendado? Sí, sin duda, pero debe leerse como una cosa totalmente distinta de la película; quien sospeche que no pueda: no lo haga. La trama es cautivante, algo desenfrenada para la moderación habitual en los libros para adolescentes, sin embargo la calificación para jóvenes adultos es correcta.

Sobre la autora

Annette Curtis Klause nació en Bristol, Inglaterra, en 1953. Es una escritora especializada en literatura de ciencia ficción para jóvenes.

Desde pequeña le gustaba escribir historias. Según ella misma ha contado, sus tempranas influencias fueron los clásicos como “Baa baa black sheep” y las historias de las películas de terror que le contaba su padre, cuando ella se sentaba en su regazo.

Tenía siete años cuando se mudó con su familia al norte de Newcastle. Pronto empezó a guardar todas las historias que escribía, incluso conserva su primer relato de terror, que escribió con diez años, “The blood ridden pool of Solen Goom”; ella misma lo ilustró y le confeccionó una cubierta. Su deseo ya era convertirse en escritora, y su familia y maestros la animaron. Como le encantaba leer, su padre la llevaba a ella y a su hermana todos los sábados a la biblioteca. “Las Crónicas de Narnia” y las novelas históricas de Rosemary Sutcliff, sobre todo “Dawn Wind”, estaban entre sus lecturas favoritas. A los quince años, la edad a la que leyó su primer libro de vampiros, “The shiny narrow grin”, se trasladó con su familia a EEUU.

Allí asistió a un instituto en Washington DC y durante una época se aficionó a escribir poesía. Más tarde entró en la Universidad de Maryland, donde obtuvo la licenciatura en literatura inglesa y el título de Biblioteconomía.

Después de casarse retomó su afición y empezó de nuevo a escribir relatos de ficción. Pudo ver publicados algunos de sus poemas en revistas no muy conocidas, pero las editoriales rechazaban sus historias cortas de fantasía y terror. Tardó diez años en conseguir que publicaran su primera novela, “The silver kiss”; no lo consiguió hasta 1990. Le siguieron “Alien secrets” (1993), “Blood and chocolate” (1997) y “Freaks: Alive on the inside” (2006)

Annette actualmente vive con su esposo, Mark, en Maryland, donde es bibliotecaria infantil en Aspen Hill Community Library.

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* El Parents Music Resource Center (Centro de Recursos Musicales de Padres) o PMRC era un comité estadounidense formado en 1985 por las esposas de varios diputados. Algunas de sus integrantes fueron Tipper Gore, la esposa del senador que se convertiría en vicepresidente Al Gore […]. Su misión era educar a los padres sobre "modas alarmantes" en la música popular. Aseguraban que el rock apoyaba y glorificaba la violencia, el consumo de drogas, el suicidio, las actividades criminales, etc. mientras que abogaban por la censura o la catalogación de la música.

En 1987, Mary Morello fundó Padres a favor del rock y el rap, un grupo de derechos civiles para contrarrestar lo que consideraba un ataque a la libertad de expresión y creación.

(FUENTE:

http://es.wikipedia.org/wiki/Centro_de_Recursos_Musicales_de_Padres)

viernes, 7 de noviembre de 2008

jueves, 6 de noviembre de 2008

Andares del estudio: lo que me ha deslumbrado en estos días de ostracismo lector/escriturario

Este pobre blog y mis estimados lectores han sido sometidos a mi terrible abandono, pero todo tiene un por qué: último mes de clases con el respectivo cierre de proyectos escolares, a lo que se suma que esté sepultada leyendo textos digitales y de los "otros" para parir el segundo trabajo parcial de la Diplomatura Superior Escritura, Lectura y Educación que realizo en FLACSO virtual. Así las cosas, deseo compartir con ustedes algunas de las lecturas que estoy realizando, obviamente las que me desestabilizaron, me impactaron, me emocionaron...

"El caso Potter desde algunos aspectos, además de tratarse de un récord de ventas que sorprende al mercado, es un fenómeno mucho más amplio que involucra varios aspectos en relación con la lectura: por un lado se trata de libros que los padres compran a sus hijos, los regalan, los eligen para ellos, es decir, los legitiman ante ellos. Por otro, los libros no sólo se gozan y se desean, sino que las derivaciones de su lectura se socializan, es decir que se da un proceso de comunicación de lo leído entre los pares, se da cuenta de lo leído ante otros, que comparten la experiencia. Éste es exactamente el efecto de lectura deseado cuando proponemos la lectura de textos literarios. Estos mismos lectores se convierten en agentes de promoción de la lectura de estas novelas en la medida en que duplican la tarea de sus padres al regalarlos, elegirlos, recomendarlos para sus amigos, es decir que valoran al libro como objeto que debe ser leído, reconocen su valor y su función. Y algo más, como se trata de una saga, esperan las futuras incidencias de la escritura, entran al juego de ver “qué más puede pasar” con esta historia, proyectan, despliegan el horizonte de posibilidades de la escritura, en su imaginación planifican y escriben el libro que desean. ¿Qué se quiere, sino esto, cuando se intenta transmitir el placer de leer? Quizás la pregunta del adulto, por qué los chicos leen cada vez menos, se deba reformular de este otro modo ¿por qué los chicos no quieren leer lo que nosotros queremos que lean? Padres, bibliotecarios, animadores, maestros, profesores de literatura... Si el deseo como lectores adultos se basa en democratizar la lectura, en hacerla libre y abierta para todos, en volverla viva y activa, se puede comenzar –o recomenzar–- por leer literatura, seguir por ofrecerla a los lectores en formación con la misma pasión con que se ejerce la práctica solitaria de su lectura. Y aceptar que los lectores no son todos iguales; que hay un universo de experiencias previas de lectura determinando el modo de ingreso al libro y sus posibles rutas, su tránsito por él; que la lectura no se impone, se ofrenda; que no todos van a gustar del mismo modo de los libros que se aman; que hay gente que elige no leer, tal como sostiene en sus “Derechos del lector” Daniel Pennac: ...la libertad de escribir no puede ir acompañada del deber de leer.

[...] En el fondo, el deber de educar consiste, al enseñar a los niños a leer, al iniciarlos en la Literatura, en darles los medios de juzgar libremente si sienten o no la “necesidad de los libros”. Porque si bien se puede admitir perfectamente que un individuo rechace la lectura, es intolerable que sea –o se crea– rechazado por ella. Es inmensamente triste, una soledad en la soledad, ser excluido de los libros..., incluso de aquellos de los que se puede prescindir. (1994: 147) Si el mensaje es que la literatura realmente se vive como algo apasionante de lo que no se pueden perder, se deberá dejar que estos lectores entren lentamente al mundo de la literatura y que se vayan instalando hasta sentirse cómodos en él; después podrán elegir, abandonar, repetir sus lecturas.

[...] Y algo más, la palabra libera, por eso leer literatura en la escuela “sirve” para algo más que para saber hacer guías de análisis, encontrar en los textos las clases de palabras, poner etiquetas de movimientos, períodos y corrientes, sirve para crecer y para ser libres."

Lectura y escuela: Prácticas literarias y selección de textos Carola Hermida, Mila Cañón y María José Troglia

“[…] En verdad, la lectura -cuando es vivida como experiencia en vez de requisito de actividades profesionales u ocasión de solaz- es una actividad contranatura y potencialmente desestabilizadora del ánimo e incluso del organismo. Los libros son equivalentes a las drogas. Una biblioteca puede ser adictiva y tal afición nos arrebata de la condición inevitable de seres prácticos y utilitarios. La lectura es contranatural porque supone esfuerzos físicos continuos y a la postre incómodos: la espalda se curva, el ojo se enrojece, la mirada se va angostando. Además, supone trabajos espirituales desacostumbrados ya que han de quedar involucradas técnicas de intensa concentración mental y atención visual. Al fin, los libros exigen destruir la concepción cronológica y cronometrada del tiempo con el fin de poder habitar tiempos que nunca han ocurrido o que nunca tendrán lugar. La lectura constituye una de las modalidades de la duración y tal instante duradero sólo declina cuando el sueño o la intromisión de estímulos exteriores superponen el tiempo "social" sobre nuestra intimidad con los libros. En suma, la lectura es una pasión a la cual entregamos el tiempo que no tenemos y que nos exige posturas corporales contrahechas y contracturales. ¿Cómo ocurre entonces que una persona, una vez superados los escalafones escolares y los umbrales etarios, todavía continúa siendo un lector? En verdad, no lo sabemos.

[…] Lo que el alimento y el agua son al hambre y a la sed lo es el libro a la mente inquieta. Y una cualidad de nocturna urgencia animal empuja la mano tanto hacia la mesada de la cocina como hacia la mesa de luz.

[…] La lectura tarde o temprano llega a un fin. A veces, tanto nos atrapa un libro, tanto nos ha apetecido el relato, tanto nos hemos habituado a sus personajes, que preferimos que esa historia sea interminable. Ralentamos entonces la lectura, con tenacidad de avaros contamos cada página hasta que al fin todo culmina. […]”

Bloque 5- Clase 16: La letra y su molde. Meditaciones sobre lectura, escritura y tecnología. C. Ferrer.