Aún con parvas astronómicas de trabajos para corregir, aún con actividades que preparar y aún en este momento en que dos cuentos esperan en el limbo a ser escritos por mí para incluir en los libros de mis chiquilines de 8vo. año... no puedo, ni quiero, ni siquiera pensaría en dejar de leer.
La lectura es una terapia, una amiga, un solaz como ninguno, un aliento, una recarga de pilas para seguir funcionando, un estilo de vida. Por más cansancio, enojo, desilusión o pesar que produzca el diario trajinar por las aulas -acabamos un trimestre y emprendimos el último de un año conflictivo (¡como todos!)-...la lectura siempre está allí, a mano, al lado, en cualquier lado...
Quizá por eso me produce tanto placer ver a otros lectores -irreverentes como yo- que se atreven a aventurarse en los libros sin importar el lugar...
sábado, 13 de octubre de 2007
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario