Bien, acá estoy, ni pienso disculparme ya, mi vida me lleva por otros rumbos y el blog languidece...
Pero al menos puedo decir que una cosa no cambia: sigo leyendo como una desquiciada, sólo que no publico nada de nada de todo lo que quisiera criticar. Uf...
Y la literatura juvenil sigue siendo una de mis pasiones constantes.
Más loco se pone el mundo, y más leo LIJ.
__________________________
Cazadores de sombras II: Ciudad de Cenizas

Recuerdo que
cuando leí
Cazadores de Sombras I quedé fascinada con la historia, de un género
en el que no había incursionado hasta el momento, es decir el de la fantasía
urbana que integra todos los otros personajes que venían a ser para mí viejos
amigos ya: vampiros, hombres lobos, ángeles, demonios, y todo el universo fae.
Sin duda hice
mucha propaganda entre los lectores con los que estoy en contacto, pues no sólo
contagié la lectura misma sino que logré que Valeria nos obsequiara con una
reseña bellísima como todo lo que ella
escribe (cuando se decide a hacerlo).
Así las cosas,
no solo pasó un montón de tiempo hasta que fin iniciaron la edición en
Argentina de los libros, sino que transcurrieron muchos meses entre tomo y tomo.
Recién al presente es posible conseguir recién salidito del horno el tercer
tomo ¡por fin!. Lo que no deja de ocasionar más de una broma entre los que
seguimos sagas de fantasía y ciencia ficción juveniles cuando hacemos el
recuento de la cantidad de historias que llevamos a la vez y tenemos en suspenso
dependiendo de los avatares de la publicación y la buena estrella que tengan
las ediciones en nuestro país que con muy mala suerte nos han dejado más de una
vez “en veremos”. Piénsese en las sagas iniciadas por Ediciones B (Los hermanos Darling, Capitanes del Caribe),
por Montena Modadori (Séptimus) y
tantas otras que vieran la luz completas en otros países pero en este: NO.
Así las cosas,
hallarme con esta tan ansiada segunda parte me encantó, no sólo por las ganas
de seguir leyendo sobre Jace, Flori, Simon y todos los seres maravillosos que
creó Cassandra Clare, sino porque la angustia en que nos dejó sumidos la
primera historia en la cual descubriéramos el lazo imposible que unía a dos de
los protagonistas y que impediría la concreción de su amor, me quitó el sueño
por un tiempo.
Demás está
decir que esta vez todo se complica en la segunda entrega de la historia, pues aparecen
nuevos personajes que van a completar el mundo insólito y mágico de Clare. En
este caso la cuota de misterio, intriga y sofisticación la traen unos seres bellísimos
y llenos de triquiñuelas… los fae, siempre tan intrigantes y ambivalentes. Y
por cierto que el relato coherente, atractivo, ágil y fascinante de la autora
que nos conquistara en
Ciudad de Huesos, nos lleva a desear más, dejándonos con
el corazón en la boca.
Imperdible. Como
ya sostuve, mucha literatura sobrenatural romántica apareció de la mano de Crepúsculo,
pero no todo alcanzó el nivel de Meyer (que mal que les pese a muchos elitistas
frustrados, envidiosos y puritanos, para mí sigue siendo una joyita de la
literatura juvenil de los últimos tiempos). Así las cosas, Cassandra le pisa
los talones a la chica vampiro.
Rampant, de Diana Peterfreund
Nada
me apasiona más que la cacería furtiva que llevo adelante en el terreno de la
literatura juvenil, específicamente, en ese campo virgen y despreciado que es
el de la literatura juvenil mal llamada “comercial” por los académicos.

Sí,
ya sé, soy una marginal, una descastada, una insurrecta, una insubordinada. Sin
embargo me apasionan las buenas historias, las que están bien contadas, las que
no tienen pretensiones de experimentales, las que nos permiten soñar, las que
nos consuelan y nos arrullan, las que nos ponen en jaque y nos sacuden el alma.
He crecido y sigo andando entre ellas como modo de habitar el mundo, y deseo
fervientemente que otros puedan gozar de esa posibilidad. Necesitamos cuentos,
relatos, narraciones que nos permitan entender el mundo y a nosotros, y eso lo
hacen las buenas historias, me importa un comino quienes creen que literatura
es sólo lo lingüísticamente transgresor y para unos pocos iniciados, reniego de
esa concepción de literatura, es cerrada, discriminatoria y soberbia. Hay
tantas literaturas como sujetos en el mundo, y por eso me asombro una y otra
vez que haya tanta gente dispuesta a compartir cuentos alrededor del fogón en
este mundo actual globalizado, enloquecido, injusto y clasificatorio.
Así
las cosas, en esta ocasión me tocó sorprenderme con una historia de unicornios,
pero no de esos dulces animalitos que dan ganas de abrazar, como el que Laura
Gallego nos hizo amar en sus
Memorias de Idhún, sino unos seres mágicamente
horripilantes: hambrientos, feroces y monstruosos. Sí, para no creer… Y como a
todo monstruo le corresponde su héroe, en este caso nos encontramos con una
casta de cazadoras míticas que desde la Antigüedad vienen librando al mundo de
semejante plaga. Mujeres virtuosas y entregadas, cuyas hazañas se perdieron en
los recovecos de la Historia, hasta que una jovencita actual termina descubriendo
que todos los relatos delirantes que su madre le ha contado son ciertos y termina
embarcada en la aventura más descabellada, mortífera y solitaria de su vida.
Vale
aclarar que pude llegar a esta novela, que inicia una saga, gracias a la generosidad
de la red, puesto que no hay noticias de su aparición en español, y mejor ni
hablar de mi país…
Sobre la autora:
Diana
Peterfreund ha sido un diseñadora de vestuario, modelo de
portada y crítica gastronómica. Sus viajes la han llevado a lugares como los
bosques nubosos de Costa Rica o las cavernas subterráneas de Nueva Zelanda. Se
graduó de la Universidad de Yale en 2001 con dos títulos: Literatura y Geología. Ahora, esta oriunda de la Florida, vive con su
marido y su cachorro en Washington DC. Su primera novela, Secret Society
Girl (2006), fue descrita como “ingeniosa y simpática” por The
Observer y fue colocada en la lista de los libros para adolescentes de la
Biblioteca de Nueva York en 2007. La
secuela, Under the Rose (2007) fue considerada por Publisher
como “imposible de abandonar”. Cuando no está escribiendo, es voluntariaa en el
Zoológico Nacional, entre otras actividades.