Mis reseñas suelen ser muy personales, mis lectores lo saben, no dudo en decir lo que me parecen los libros sin más, guste o no mi idea a otros lectores, porque al fin de cuentas cada uno tiene su personal perspectiva y eso es lo que son las reseñas... sólo miradas, sólo distintas lecturas...
DESPEDIDA
Con Medianoche, Claudia Gray
me había ofrecido una de las experiencias lectoras más románticas, dulces,
misteriosas que pudiera imaginarme luego de la vivencia insuperable de Crepúsculo.
Lucas fue mi
segundo Edward, y Bianca, no era Bella, pero andaba cerca.
¿Qué sucedió
luego? La cosa empezó a decaer, me dio la sensación de que estaba presenciando
una telenovela que se alarga indefinidamente sin saber para dónde va la cosa.
Adicción dio
vueltas sobre lo mismo una y otra y otra vez y me aburrió bastante, si bien por
momentos hasta preferí a Balthazar, este demostró también ser un cabezota.
Y Despedida
terminó de desilusionarme.
Pero además
consolidó una opinión más: si hay unos personajes a los que detesto, por
endebles, ridículos, obtusos, incoherentes son los que componen la maldita Cruz
Negra, y siento que son además la causa de todas las desgracias de los
personajes. Su sometimiento, su subordinación, su dependencia, su confianza en
ese atajo de pseudo-revolucionarios muertos de hambre, una especie de hippies
trasnochados con altos ideales y violencia derechista, me asqueó.
Y los
personajes que quise, que aprecié, se vuelven tan obcecados que da ganas de
mandarlos al diablo una y medio millón de veces, pero también actúan tan inoperantes,
incompetentes, atascados en sus vidas que se hacen insostenibles. Lucas
idolatrando a esos imbéciles de la Cruz Negra y sintiendo horror ante la
posibilidad de ser vampiro, Balthazar pensando ilusamente en redimir al
monstruo asesino de su hermana, Bianca que no toma una decisión sobre su vida y
su destino ni por pura casualidad (y hay que estar muy ciego como para no darse
cuenta de para dónde iba la cosa).
Pero además me
pregunto… ¿los padres de Bianca no hicieron ni un mísero intento de llegara
ella?, ¿la imbécil de Kate consideraba a su amante y su “causa” más importante
que su hijo?, ¿puede Rachel ser una
basura traidora después de compartir con Bianca tantas cosas?, ¿es posible que
los que se creen súper cazadores milenarios nunca hayan percibido que existían
vampiros inofensivos y sigan enceguecidos con su cruzada asesina?, ¿y qué es
eso de que tienen armas, combustible, vehículos, pero viven como ratas y
comiendo arroz por semanas?
Tanta
intolerancia, cerrazón, ignorancia me pone frenética.
La narración
en anodina e intrascendente, repetitiva y sin ningún interés.
Sugiero leer Medianoche
y quedarse con ese final sugerente y romántico, no gastar el tiempo en el resto
de la historia que al paso que vamos no terminará nunca…
PERFECCIÓN
Nuevamente Scott Westerfeld me deja con sabor a
poco, no sólo escribe una historia trepidante e increíblemente entretenida sino
fuerte, sólida, apasionante, tan única como Traición. La lucha de
Tally Youngblood por conservar su identidad, sus recuerdos, por no
transformarse en una hueca muñeca perfecta, es denodada y brutal.
En su nueva
vida, que asumió deliberadamente para probar la medicina que Maddy está
fabricando para curar los cerebros anulados de los perfectos y que puedan
pensar por sí mismos, halla otros que la acompañan en su cometido.
Entre ellos, Zane
que conquista su corazón y se hace un compañero inseparable en su batalla por
la cordura, la hace repensar lo que sintiera por David, de quien en principio
ni siquiera guarda recuerdos.
Irá
descubriendo mucho sobre sí misma y otro tanto sobre cómo se maneja ese mundo,
cuánto saben los de Circunstancias Especiales y cuánto de lo que cree hacer por
su cuenta es sólo un plan maquiavélico de otros.
Todo lo que
podría salir mal, saldrá, y el lector quedará arañando las pareces hasta que
aparezca Specials, el siguiente tomo de la historia, que es de esperar
no nos defraude pues Westerfeld sabe cómo abrir el apetito y alimentar la
intriga.
Sin lugar a
dudas, como en toda buena ciencia-ficción el contenido fuertemente ideológico
está presente en cada página, pues la historia entrelaza las decisiones que a
cada paso deben tomar sus protagonistas con elecciones éticas: el valor de la
apariencia, la lucha contra la vejez y el deterioro, la violencia humana, la
responsabilidad por los propios actos, la vigilancia de un estado que domina cada
aspecto de la vida de sus ciudadanos, la relación con la naturaleza, entre
tantos otros.