viernes, 16 de octubre de 2009

Kristin Cashore y esa locura de escribir

MI PROCESO DE ESCRITURA (Texto extraído de http://www.graceling.es/, la web en español de Roca Juvenil sobre esta saga)

"Escribir es una forma aceptada de esquizofrenia" E.L. Doctorow

(photo credit © Laura Evans)

En serio: escribir es muy duro y yo estoy loca.

Lo primero, los entresijos de mi proceso de escritura. Escribo a mano. Si abrieras mi cuaderno por cualquier página, encontrarías tantas tachaduras y flechas e indicaciones que dicen “ve a la marca azul” o “ve a la 37a” que probablemente acabarías llorando. (Al menos, ése es el efecto que tiene en mí en ocasiones). También es posible que vieras que me he escrito una nota a mí misma al principio de una página para informarme de que lo que he escrito ahí es una porquería. (Siempre está bien tener un punto de vista realista de la situación).

Una vez he escrito lo que equivaldría a 30 o 40 páginas mecanografiadas, lo transcribo todo a un documento Word, utilizando un programa de reconocimiento de voz. Entonces lo imprimo todo y lo corrijo sobre el papel.

Escribo casi cada día, incluso cuando estoy de vacaciones. Algunas veces dos horas; otras, doce, pero lo más habitual es que sea una media de horas racional. No tengo un mínimo diario. Escribo lo que escribo y mis planes al respecto son siempre cambiantes. No me fuerzo a escribir si no me sale. Intento no mirar el e-mail o hacer cualquier otra cosa que me distraiga, pero en la mayoría de las ocasiones no lo consigo, lo que tampoco está mal, porque las pequeñas interrupciones y las distracciones son parte del proceso.

Mis ideas tienden a empezar con unos personajes que mantienen una conversación, normalmente discusiones. Les escucho; están muy enfadados pero también hay amor o deseo o inseguridad. Y me pregunto ¿por qué se pelean? ¿Qué les ha pasado? ¿Por qué la vida les resulta tan dura?

Y entonces todo empieza a cobrar sentido.

Los personajes, las relaciones y los sentimientos vienen primero. Entonces aparecen la ambientación, el argumento y todo lo demás que se articula alrededor de lo primero. El argumento, el esqueleto que lo mantiene todo junto son, habitualmente, lo último en lo que trabajo. Hay partes del argumento que desconozco hasta que las pongo en el libro y entonces suceden.

Los personajes también resultan esquivos. Una conversación que esté escribiendo puede irse de madre; puedo intentar que un personaje diga algo, pero eso no significa que lo haga. Mis personajes me sorprenden a menudo y entonces me doy cuenta de que estaba equivocada sobre quiénes eran y puedo corregir mi percepción. ¿Qué más sobre mi proceso de escritura?

Me siento en una butaca.

Me paso mucho tiempo mirando a la nada.

Hablo sola.

Voy del salón a mi habitación en busca de algo en concreto y cuando llego, se me ha olvidado qué es lo que iba a buscar.

Cuando alguien llama a la puerta, me escondo. Cuando suena el teléfono, le grito: “¡¿Quién puñetas es?!”. Y entonces no contesto.

Cuando voy a dar una vuelta por el barrio, me llevo un boli y unos post-its y puede ser que haga exclamaciones en voz alta, o me enfade o me ría descontroladamente.

A veces me da miedo que se me queme la casa, así que acabo guardando el cuaderno en la nevera. Esto lo aprendí de Stephen King. Otra cosa que aprendí de él fue a tomar distancia. A veces estás demasiado cerca, así que tienes que echarte atrás un rato, incluso durante mucho tiempo. Las cosas se vuelven mucho más claras una vez has tomado distancia.

Me preocupa constantemente el libro que estoy escribiendo en cada momento. Me preocupan las palabras, los temas, el argumento en su totalidad; si los personajes son para los demás lo mismo que para mí; si el libro está resultando demasiado largo; si mi personaje es agradable; si el mundo fantástico que he creado resulta creíble; saber si seré capaz de hacer que todo se mantenga firme y si hay algo que valga la pena mantener firme. No hay ni un solo momento en que no tenga algo de lo que preocuparme. He aprendido que en eso consiste escribir un libro. La mayoría del tiempo consigo que no me moleste. Aprendes a ignorar las voces o, por lo menos, a darles la atención que se merecen, a escucharlas y reírte y darles un abrazo y decirles que todo está bien, que ahora podemos irnos a ver la preciosa puesta de sol.

Me tomo escribir demasiado en serio. No puedo evitarlo porque lo adoro.

Escribir es una actividad extraña, pero los humanos son raros, ¿verdad? Un escritor es alguien extraordinariamente humano.

Últimas lecturas: Traicionada de Kristin y P.C. Cast y Graceling de Kristin Cashore

Por un milagro de la edición internacional, llegaron a mis manos dos novelas que estaba esperando, en especial una de ellas que creí no vería en mucho tiempo: Traicionada de Kristin y P.C. Cast, la continuación de la saga La Casa de la Noche que empezara con Marcada; y por otro lado una novela de Roca Juvenil que venía viendo comentada en más de un blog, y a pesar de haberla hallado en vidriera de una librería en mi ciudad tiempo atrás no me decidía a adquirir: Graceling de Kristin Cashore. (¡Vaya casualidad la coincidencia de nombre e iniciales en las autoras!)

En ambos casos debo decir que tenía altas aspiraciones depositadas en su lectura, y felizmente no me desilusionó. Batí una especie de récord desde el momento en que llegué de la librería y leí uno tras otro los dos títulos con intrigadísima ansiedad.

Por un lado, quería saber de qué iban las cosas en La Casa de la Noche con la joven Zoey Redbird y sus amigos, historia en la que me llevé más de una sorpresa, ya que empieza a develarse no sólo una trama bastante macabra en relación a los jóvenes iniciados que aparentemente no mueren ni se transforman en vampiros, lo que no es sólo imaginación de la chica sino que en esta segunda entrega de la trama llegará a tener pruebas más que palpables. Pero además se verá enredada en una telaraña de sentimientos que no puede llegar a aclarar del todo, en los que se mezclan la antigua y familiar atracción por Heath renovada con el deseo por su sangre, la nueva que siente por el archiperfecto Erik y la prohibida que le inspira el joven profesor poeta laureado Loren Blake; y lo que no es cosa menor las sospechas que nublan la imagen amable y virtuosa de la alta sacerdotisa Neferet, las dudas en torno a la actualmente despreciada Aphrodite, los conflictos de refundar Los hijos de la noche de modo original, serio, a la vez que abierto.

Las Cast me siguen encantando con su desparpajo descarado, lengua filosa y sentido del humor; y es interesante que las cosas no se vean tan en blanco y negro como en el primer libro ya que la complejidad del cambio que está sufriendo el personaje la hace más humana tanto para ver a los demás como a sí misma. Cambio que no deja de ser el que, de algún modo, sin tatuajes mágicos ni poder sobre los elementos, pasamos todos en la adolescencia.

Sin duda que nos deja esperando el tomo tres de la saga, en donde las cosas ya no volverán a ser lo que eran pues las máscaras han caído y se han develado muchos secretos, y Zoey con renovados poderes se va a enfrentar a las que suponemos serán pruebas terribles.

En lo que respecta a Graceling, debo explicar primero que me sorprendió favorablemente la primera novela de esta joven inglesa, causándome (¡cómo no!) mi cuota moderada de sana envidia, pues que publicara exitosamente su ópera prima, nos produce a los aspirantes a escritores no inéditos una confusa melancolía.

Pero, por otra parte, como aficionada voraz y feliz de la fantasía épica, me agradó encontrar este ejemplar dentro de la literatura juvenil, ya que están empezando a tejerse cada vez más frecuentemente puentes entre el género épico fantástico -renovado en el siglo XX por Tolkien y cultivado por tantos autores maravillosamente- y la literatura para jóvenes.

Graceling está hermosamente escrito, con una prosa elegante, sobria, delicada, tejiendo una trama atrapante, interesante, en el que el lector se ve involucrado desde el principio por las particularidades que caracterizan a su protagonista.

Katsa es una asesina, ese es el don o gracia con el que nació, y el que le ha ocasionado una vida aislada, desprovista de los más elementales vínculos. De ese don se aprovecha su tío, un rey soberbio y con aires de matón, que sabe que contar con ella es un arma invaluable que puede esgrimir a su antojo. Lo que desconoce es que la joven está cambiando y está empezando a crecer, a cuestionarse su propio destino, su ejercicio de la violencia para un soberano estúpido e injusto. Ese proceso que lentamente comenzara con la fundación del Consejo, organización que lucha subrepticiamente por la justicia, que beneficia a los necesitados, que imparte una nueva ley a espaldas de los reyes despiadados e indiferentes, se ve acelerado por el encuentro con el joven Po, quien no sólo ejerce un impacto en su vida cotidiana sino su modo de ver el mundo y relacionarse con los otros. El modo de ser de Katsa, ingenuo, desconocedor de los sentimientos y formas de interactuar de los humanos en sociedad, hace que el lector anticipe de modo cómplice lo que la muchachita va descubriendo paso a paso, y se involucre en su evolución.

La aventura es apasionante, y no falta nada en ella, intriga, amor, crueldad, misterio, magia, riesgos, luchas, ternura. Súper-recomendada.

Sobre la autora

Kristin Cashore es la segunda de cuatro hermanas. Ha escrito para varias publicaciones juveniles y tiene un máster en literatura juvenil por el Simmons College. Ha trabajado como paseadora de perros, empaquetadora de caramelos y ayudante de editor, entre otras cosas, y ha vivido en Boston, Nueva York y Sydney antes de instalarse en Jacksonville, Florida, donde cada día sale a pasear por la orilla del río y contempla a los pelícanos. Graceling es su primera novela. (http://www.graceling.es)